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El Rmo. P. Andrés Ocerin-Jauregui Al terminar su elocuente discurso el Exmo. Sr. Obispo de Pamplona, su- bid a la tribuna de los oradores el Rmo. P. Andrés Ocerin-Jdéuregui, ex-Vi- cario General de los Franciscanos de 1a Observancia en Espafia. Al anunciar su nombre el Padre Secretario del Congreso, todas las_mi- radas dirigiéronse hacia el ferviente Hijo de San Francisco. Cierto que no todos lo conocian personalmente; pero todos habian tenido ocasiénde sabo- rear sus escritos, y de admirar su actividad y su espiritu propagandista. Du- rante los afios que fué Vicario General en Espafia, la Orden Franciscana did pasos de gigante en el campo de las ciencias y en las vias del espiritu, lo- grando ademas que las Provincias Espajiolas se colocaran en la vanguardia de la Prensa. El Rmo. P. Andrés fué el iniciador, el organizador y el alma de aquel magno Congreso Terciario de Madrid celebrado en 1914 del movimiento Terciario de estos tiliiimos afios. Es un pete @y de el ptilpito, desde las paginas de todas las Revistas fran nas\\de cual- quier Familia que sean, en los trenes, en los caminos, enpe en to- das partes es un pregonero y un cantor del Evangelio \del cano. Invitado al Congreso de Pamplona, vino sin vacilac traido por su entusiasmo serdfico, dejando todo compromis dando todo lo que no fuera el Congreso Terciario. He aqui su discurso: Fraternitatem diligite; Deum timete. (S. Petr, |. cap. Il, 17) Saludo a todos los Congresistas Al ver tanta fe, piedad y entusiasmo serdfico entre tantos miles de Congre- sistas, no puedo menos de exclamar, lleno de gozo y delirante alegrfa: j;Dicho- so pueblo! hermoso pueblo el navarro, que atin sabe sentir en su coraz6n las inefables alegrias y entusiasmos de la fe, de aquella bendita fe, que hizo felices a nuestros antepasados, y que obliga a levantar espontaneamente los ojos, las manos y toda el alma al cielo para adorar a Dios e invocar a su Santisima e In- maculada Madre! Si; dichoso pueblo, valiente pueblo el vuestro, que atin, en medio de subversivas y deletéreas corrientes de un siglo indiferente y materia-