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49 de lagrimas, seguida del dolor. Es ley genere! que al sol acompafie la sombra, al dia la noche, a la calma la tempestad, al apacible verano el riguroso invierno y no es menos general la ley de que la felicidad vaya mezclada con lagrimas, que en el caliz del placer hallemos siem- pre unas gotas de amarguira. ; Hubo un rey en Israel, Acab de nombre, rico en casas y posesio- nes con un nimero sin nimero de criados y esclavos y esie rey, na- dando en riquezas, suspiraba por una pequena heredad, una pequefia Vifia que un stbdito suyo llamado Nabat posefa. Quiso el rey com- prarsela a cualquier precio, pero sus deseos y pretensiones vinieron a fracasar ante |a obstinada resistencia de Nabat, y dice la Sda. Es- critura que enferm6 de tristeza y la pena que le produjo el carecer de aquella heredad, le puso en trance de muerte. Otro rey liemado Baltasar se entrega a todas las delicias de la mesa, prepera un benquete en e! que reune cuanto pueden apetecer los sentidos y en la embriaguez del placer, aparece una mano que va escribiendo su condenaci6n a muerie y le infunde tal temor y espan- fo que Sus rodillas chocan la una contra la otra y da diente con diente. Aman, general y favorito de} rey Asuero, es obedecido y acatado y halagado en todo el imperio. sus caprichos son leyes y érdenes severisimas sus palabras; ¢i mismo se hace la ilusién de haber lle- gado al colmo de la felicidad y cuando se esté meciendo en esa ilu- si6n tan dulce, se encuentra con una cruz de la cual es colgado. Aprended A. O. que poneis vuestras aficiones en las cosas de este mundo y Os olvidais del cielo, que os haceis la ilusién de encon- trar la felicidad en este valie de lagrimas, aprended de estos tres hombres lo que la experiencia cuotidiana nos esté ensefiando, que no hay hombre tan feliz a quien nada falre. Siempre se quiere algo més, siempre hace falta algo, y ese algo que falta y que con afan se ape- tece, hace que en nada se estime y por nada se tenga, todo cuanto se posee. Que no hay hombre tan feliz hoy que pueda estar seguro de serlo mafiana; y esta incertidumbre y este temor, mejor dicho, esta seguridad de que al momento de! placer ha de suceder el amargo do- lor, amarga todo placer y toda felicidad y hace que prorrumpamos en aquella amarga queja en que prorrumpié aquel rey Salomén que tanto goz6 en esie mundo, quien, como él mismo dice, no negé a sus sentidos ningin placer. Todo es vanidad yafliccién de espiritu. Con razon pues reprueba el Evan; elisia nuestros afanes y nos condena como insensatos, al querer hallar en este mundo la felicidad verda- dera. Pero estudiemos mas detenidamente los pensamientos de S. Pe- dro. Cuéntase que un nifio nacié en profunda y lé6brega caverna y fué criado por su madre sin que nunca viera un rayo de luz. Pero su- cedi6é que cierto dia acerté a penetrar en aquelias lobregueces Wn encuentra en este mundo, porque va se- guida del dolor y nunca es _ completa. Acab, Rey de Israe Baltasar rey de Babilonia. Aman general de Asuero, Primera con- clusion. Simil de un ni- fio nacido en lébrega caver- na.

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