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on- A ‘de Se- ras ros , ar- iré ri- rel 45 esta ocasi6n para demostrarnos que ni era invencible el demonio ni eran invencibles sus armas. A ese fin, el impecable, el que es la san- tidad misma, el que con todo derecho y con toda verdad pudo decir: gguis ex vobis arguet me de peccato?... permitié que el tentador se acercara; y acercése el tentador-armado con las tres armas que en todas las contiendas le sacaron vencedor, haciéndose la ilusién de triunfar de aquel hombre extraordinario de quien recelaba fuera el Mesias prometido. Cual fué el resultado de la batalla, el Evangelio nos lo dice: religuit eum diabolus; et ecce engnt-aaccesserunt et mi- nistrabant ei. 4Y como triunf6 Jesucristo? Segunda ensefianza: el ayuno. Esta es la segunda ensefianza que contiene el Evangelio del dia, quiz mas importante que la pri- mera, porque de poco nos servirfa conocer las armas que usa el ene- migo, si no sabemos cémo hemos de repeler sus ataques; importan- te sobre todo hoy, que a pesar de que no disminuyen sino que arre- cian mas y mas los embates del demonio, se considera el ayuno y la mortificacién como una aberracién de antiguos tiempos, nadie ha- ce caso del precepto de ayunar y hasta nuestra Madre la Iglesia siempre buena y siempre madre, se ve obligada a mitigar la ley del ayuno para que el arma que Dios habia puesto en nuesiras manos para vencer a nuestro enemigo, no sea arma con que el enemigo nos venza, insirumento y ocasién de pecado. Necesidad del ayuno para vencer la fentaci6n. Tres cosas contribuyen poderosamente al triunfo sobre un ene- migo cualquiera; un arma proporcionada, a propdésito; un brazo fuerte; un enemigo debilitado y he ahi lo que hace el ayuno. Narrase en el libro 2.° de los Macabeos que hallandose en ora- cién Judas, el gran caudillo del pueblo de Israel, suplicando a Dios nuestro Sefior con lagrimas y gemidos le diera fuerza y valor para arrojar del suelo patrio los enemigos de su nombre santo, tuvo una vision en la que se le aparecieron Onias el gran sacerdote y Jeremias el gran profeta, quien dirigiéndose a Judas Macabeo le entreg6 una espada y le dijo: Accipe sanctum gladium, munus a Deo in quo de- jicies omnes adversarios populi Israel. En el Evangelio del dia ve- mos realizada de nuevo esta vision. Ms cruel, mds tirdnica era la esclavitud en que yacia el género humano que aquella en que yacia el pueblo judio, mas cruel, mas or- gulloso y déspota el tirano siempre vencedor hasta entonces; y Jesu- cristo es el nuevo Judas Macabeo, nuestro gran caudillo que esgri- me El mismo y pone en nuestras manos el arma trafda del cielo pa- ra vencer al demonio, el ayuno. Si el demonio se acerco confiado al Salvador a pesar de recelar su divinidad, porque llevaba las armas siempre victoriosas, 4qué duda cabe que ha de temblar al acercarse al hombre armado de la espada con que le vencié Jestis? que no era in- vencib Medios de de- fensa: el ayuno Su necesidad. El ayuno espa- da siempre ven- cedora.
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