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Exposicién o narracién del Evangelio. Sabiduria de la Iglesia en la e- leccioén del Evangelio de hoy. En este dia de- bemos elevar nuestros pen- samientos y de- seos. No al Dios de la majestad. Sino al Dios hecho hombre: primera ley de amor. 40 Hom.— EVevangelio del dia esta tomado de S. Lucas c. XVIll y en él se nos dice que yendo Jestis, camino de Jerusalén, donde habia ~ de sufrir la ignominiosa muerte que todos sabemos, tomé aparte ao los doce apéstoles gne le seguian detrds mustic:s y cabizbajos, por- — gue barruntaban la tormenta; y les habl6 con grande claridad de | cuanto en Jerusalén le habia de sobrevenir, cémo seria entregado a los gentiles y seria escarnecido y azotado y escupido; y después de azotado, como seria colgado de una cruz; pero que resucitaria el dia tercero; y afiade el evangelista, que los doce nada de ésto podian comprender; y termina el evangelio narrdndonos un hecho prodigio- so realizado por el Salvador, la curacién del ciego. Bartimeo, que pedfa limosna en las cercanias de Jeric6, quien sabedor por la tur- ba que pasaba, de que se aproximaba Jestiis Nazareno, comenzé a gritar en voz alta; Jestis, hijo de David, ten compasion de mf: Jesis, hijo de David, ten compasién de mf, sin hacer caso de las amena- zas de la muchedumbre. Hasta que compadecido ei Sefior mando tra- erlo delante de si, y pregunidle qué queria, y al escuchar su suplica: Domine, ul videam, dijole: ve, tu fe te ha salvado. De |o que resul- 16 que tanto el ciego curado como la gente que presencio el milagro, prorrumpio en grandes alabanzas a Dios. Admiremos, A, Oy nies, la sabiduria grande, el tacto deiicado y exquisito de nuesira santa Madre la Iglesia, al escoger para este do- mingo en que damos principio a la santa cuaresma, este evangelio en el que Jestis predice y prepara a sus discipulos para la pasion y muer- te dolorosisima en la cruz; y no os extrafiaré que yo, siguiendo el ejemplo y los consejos de tan carifiosa y buena madre, os hable hoy, principio de cuaresma y os exhorte a preparar vuestros corazones para los misterios grandes de nuestra Religién sacrosanta, que hoy dan principio. No os extrafiaré el que os exhorte a levantar vuestras miradas, fijas en el suelo casi durante todo el afio; a levantar vuesira frente, inclinada casi siempre hacia la tierra; a levantar vuestras in- teligencias, preocupadas de continuo con los negocios, bienes, rique- zaS, asuntos, empresas de este mundo; a levantar vuestros corazo- nes, envueltos siempre en el polvo de la tierra, subyugados, esclavi- zados por ainores ferrenos, no al Dios de la majestad y de la gran- deza, que manda a los vientos vy los vientos le obedecen, y manda a la muerte y la muerte abandona su presa, y manda a los mares y los mares se caiman, y manda a las enfermedades y la enfermedad desa- parece, y manda a los demonios y los demonios huyen a sepultarse en el abismo, y manda a los Angeles y los Angeles tienen por dicha inmerecida el cumplir sus Ordenes; sino a ua Dios, aese mismo Dios de la grandeza y de la majestad arrancado del trono de su glo- ria en el cielo por el amor que os tiene, y arrojado por ese mismo amor a este valle de lagrimas, donde nosotros habitamos, porque
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