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Exposicién de la parabola. = " Aplicacion de ta pardbolaa i _ los cristianos. | Hombres pre- _ venidos contra la palabra divi- nao contra el _ sacerdote. th 36 dia..Con esta imagen delante expone la doctrina que el mismo Se- fior se digna explicar. Hom.—Escuchad A. O. la bellisima parabola que nuestro divino Salvador nos propone en el evangelio del dia. En una tarde de otofio, teniendo delante de sf una muchedumbre de gentes que se apretaban por oirle, después de una labor evangéli- ca intensa, en la que habfa encontrado corazones déciles y sencillos bien preparados para escuchar la palabra divina, y corazones duros e insensibles, prevenidos contra el maesiro divino, y corazones in- constantes, momentdneamente entusiastas, mirando siempre a dos partes; sentado en una barquilla a orillas del lago, como dicen otros evangelisias, enfrente de un campo sembrado de trigo, campo en par- te de tierra inmejorable, en parte pedregoso y lleno de zarza , aira- vesado por ancho camino, dijo esta parébola: He ahi que sale el sembrador a sembrar y al sembrar cay6 simiente sobre el camino y fué pisada por los transeuntes y las aves la comieron; cay6 simiente en el terreno pedregoso y apenas nacido el trigo, secése, porque no habia humedad; cay6 simiente entre las zarzas, pero estas, creciendo con el trigo, lo ahogaron; cay6 simiente en el terreno bueno y dié magnifica cosecha, el ciento por uno. Esta es la parabola propuesta por el Sefior; oid la explicacién dada por El mismo: La simiente es la palabra divina; el camino abierto en medio del campo son los de coraz6n duro e insensible, prevenidos contra el divino maestro. Apenas han ojdo la palabra di- vina, llega el demonio y la arranca del coraz6n para que no crean y se salven; el terreno pedregoso son los corazones ligeros, incons- fantes, sujetos a momentaneos entusiasmos que ahora creen, y luego llega la tentaci6n y abandonan esa fe. El terreno lleno de zarzas son los corazones preocupados con las cosas de la tierra, afanados con exceso a los bienes de este mundo, entregados en cuerpo y alma a los asuntos y negocios terrenos, en los que ese afan, esa preocupa- cién, ese entregamiento a las cosas de este mundo, ahogan el buen trigo; en fin, el terreno bueno, bien abonado, son los corazones dé- ciles y sencillos que buscan el camino del cielo. A. O. jqué retrato tan perfecto y tan acabado del coraz6n humano y de los efectos que la divina palabra en él produce! Jesucrisio miraba, es verdad, a los que tenia delante, a aquellos corazones de tan variados sentimientos con respeto a El; pero su mirada no se detenia en ellos, se dirigfa a todos los cristianos, a los cristianos de todos los siglos. También hoy hay hombres, y los habraé siempre, hombres que por el qué diraén o por ofros moftivos vienen a la iglesia y escuchan los sermones, pero los escuchan con prevencién, ven en el sacerdote o un enemigo que se quiere vengar o quiere avergonzarles, o un hombre que, si predica, lo hace con su cuenta y raz6n, por el negocio;

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