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Si (oebpriaiereenpee re sienna oh nemo > os SS i El evangelio del dia com- pendio de la redencién del género huma- no. Jesuristo que cura al leproso % al siervo del enturién es el Verbo eterno que se encarna para sanar al género humano El leproso es el género hu- mano cubierto con la repug: nante lepra del pecado. 24 cién a la Ley, al ordenar al leproso curado la presentacidn a los Sa- cerdotes y el ofrecimiento de los dones prescritos. c) El estupor del pueblo ante la conducta de aquellos dos personajes y el prodigio extraordinario, estupor que solo se com- prende sabiendo el horror que inspiraban aquellos seres desgracia- dos cuyo hdlito, se creia. infeccionaba la atmdésfera y de cuya pre- sencia huian aterradas las gentes. d) La fe del Centuridn, jefe militar de 100 hombres, alma materialmente buena, honrada y noble con temple de soldado, se- gtin se revela eu su modo de hablar, fe mucho mas grande que la fe de los judios. Eat Hom. — E\ evangelio del dfa es un compendio, una sintesis admirable de la obra mas grande llevada a cabo por el poder de Dios; es un compendio, un simbolo de la redencién del género humano. Jesucristo que baja del monte y extiende su mano y toca al lepro- so y con ternura infinita le dice: volo, mundare: lo quiero, sé limpio y le prohibe el publicar el prodigio y le remite a los sacerdotes. Jesu-. cristo que entra en Cafarnaun y conversa dulce y amistosamente con el Centurién y se empefia en visitar la casa de este y se admira y pondera su fe, confianza y amor y sana al criado; al mismo tiempo que deplora con amargura infinita el que no pocos judfos, los hijos del reino, el pueblo amado sobre todos los pueblos, quede poster- gado y por su infidelidad y cerviz dura sea castigado con eternas fi- nieblas, con eterno llorar y rechinar de dientes; ese Jesucristo tan dulce, es el Verbo eterno, el unigénito del Padre, que empujado, arrastrado por un amor tierno, compasivo y sin limites hacia el hom- bre, baja del monte y toma nuestra naturaleza y de inmortal se hace mortal, de impasible, pasible, siendo la santidad misma toma las apariencias de pecador en un todo semejante a nosolros menos en el pecado. El leproso arrojado de la ciudad, cubierto de dlceras, objeto de horror y de asco a los demas hombres, incapaz de curarse, impoten- te para procurarse el alimento, sin un techo donde cobijarse, sin un palmo de tierra que le pertenezca, sin padres, sin hermanos; el cria- do del Centurién tullido y posirado en cama sin poder valerse a sf mismo... es el hombre, cubierto de la asquerosa lepra del pecado, ob- jeto de horror a los Angeles del cielo, incapaz de curarse las heridas producidas por el pecado original y los pecados personales, impo- tente para procurarse el alimento del alma que son las verdades del cielo, los amores divinos. las inspiraciones celestiales, el pan de vi- da, desterrado en este valle de lagrimas, agobiado de miserias y do- lores, sin techo, ni defensa contra sus enemigos el mundo, el Gemo- nia iabinatibanttic ni

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