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21 lo introdujo en nuestras almas cuando tuvimos la dicha infinita, en- vidiada por los angeles del cielo, de recibirlo en la santa Comuni6n. Elia es quien lo introduce cuantas veces arrepentidos de nuestros pecados, nos postramos a los pies del confesor y recibimos la abso- lucion sacramental; sitodas las gracias nos vienen por Maria, clero est4 que por ella nos viene la gracia de las gracias, el Autor de ellas. Maria se cuida, vela, procura a sus hijos cuanto necesiten.—El evangelio no habla més que del vino procurado por intervencién de Maria: pero este vino es un sfmbolo de cuanto el hombre necesita. Es la madre tierna, la madre previsora que no aparta los ojos de sus hijos; les sigue a todas partes, adivina todos sus pensamientos, se adelanta a todos sus deseos, y atin cuando el hombre se descuide y entreguea diversiones y se olvide del cielo 0 se duerma en el pecado, hay alguien que de él se cuida, que por él vela; es la madre, la mas dulce de las madres Maria Santfsima; que muy poco se cuidaba el duefio de la casa de las cosas que podian hacer falta, pero velaba la Virgen Ella vela por nosotros y nos previene contra todos los peligros, y ahuyenta a nuestro enemigo, y nos aparta de infinitas ocasiones, en que nosotros de tan cortos alcances espirituales ven- driamos a naufragar. Solamente en el cielo llegaremos a saber el nu- mero sin nimero de peligros y enemigos de que nos ha librado. Ella se cuida de nosotros y nos procura cuanto necesitamos: ar- mas para combatir; escudo con qué defendernos; alimento para nues- tras almas en las inspiraciones del cielo; el pan de vida, medicina para nuestras miserias en los Sacramentos; fuerzas para caminar por el a4spero camino de la virtud; luz para distinguir la senda recta y verdadera de las sendas engafiosas y falsas. Ella intercede por nosotros ante su Hijo y lo hace todos los dias, y en todos los momentos, porque en todos los momentos y todos los dfas necesitamos de su intercesién: son innumerables las veces que esa buena madre ha detenido el brazo de la justicia divina; son innumerables las veces que ha convertido en lluvia de bendiciones, la lluvia de azotes contra nosotros por Dios fulminada. Si la piedra no ha arrasado vuestros campos; si el incendio no ha devorado vuestras casas; si la enfermedad no ha diezmado vuestra familia; si habeis pecado y no se ha abierto la tierra para tragaros, todo lo de- beis a Marfa y a su amor de tierna y compasiva madre. —Ella es de un poder tan grande, que cambia los planes de la Providencia. A. 0. gSabeis cuales el poder de esa Virgen, de esa vuestra madre? Que la alegria inunde vuestro coraz6n y una esperan- za firmisima brote en vuestras alinas. Nuestra Madre, la que vela de continuo por nosotros, la que tanto nos ama, la que todo nos pro- cura, la encargada de nuestra predestinacién, es mas poderosa que todos los elementos; ella manda a los elementos y los elementos, le obedecen y manda a los hombres y estos acatan su voluntad, Ella Maria vela_ so- bre sus hijos. Maria procura a sus hijos cuanto necesi- tan. Maria_ interce- de por sus hi- jos. Su poder no tiene limites,

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