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17 tura Sagrada. Adolescens justa viam suam, efiamecum senuerit, non - recedet ab ea. Ni de viejo se apartara del camino que aprendié en su nifiez. gSabéis cual es el grito de jubilo, de gratitud, de amor con mas frecuencia repetido en la mansi6n de la dicha, entre melodiosos can- tos y efernas sonrisas? jBenditos padres que me ensefiaron el cami- no del cielo! y gsabéis cudi es el rugido desgarrador que brota del pecho del condenado con mayor frecuencia y hace estremecer de es- panto las cavernas del infierno? jMalditos padres que no me ense- fiaron el camino del cielo! jQué horror! jqué espanto! padres, madres que llegue un dfa en que vuestro hijo, el hijo de vuestras entrafas os arroje al rostro esa espantosa maldicién. Mas os valiera no haber nacido, mas os valiera no haberlo engendrado. Sin embar¢ 0, triste es confesarlo, la mayor parte de ide padres cristianos no se cuidan de esta obligacién gravisima que pesa sobre ellos y en lugar de conducir al cielo sus hijos, los conducen al infierno, en lugar de hacer el papel de Angeles del mismo Jesucris- to, hacen el papel de demonios, Cuando yo observo los malos ejem- plos que dan a sus hijos y oigo las blasfemias y conversaciones obs- cenas que sostienen delante de ellos y veo el desprecio que hacen del Sacerdote y cémo les ensefian y atin obligan a profanar el dia festivo y a no hacer caso de las leyes de la Iglesia y a apropiarse de lo ajeno, c6mo disculpan y atin alaban sus pillerfas y desvergiienzas, yo me pregunto: ges Dios o el demonio el que ha puesto a ese desal- mado que se tifula padre junto a ese nifio que un dfa fué candoroso e inocente? Yo encuentro, amados oyentes, tres modos como un padre se convierte en demonio para sus hijos, tres armas con que un padre in- digno asesina el alma de su hijo, asesinato cien veces mas cruel que el asesinato del cuerpo. Primera arma: Abuso de su autoridad. Hay padres que se creen duefios absolutos de sus hijos, libres de dispo- ner de las fuerzas, del tiempo de su hijo como mas le agrade, y no tiene reparo en enviarlo al campo, al taller o ala faébrica en lugar de enviarlo a la escuela, y no tiene escrapulo en obligarle a@ trabajar los dias festivos, 0 a privarle de la Santa Misa; y tiene la desver- giienza de decir a su propio hijo que le pide permiso para asistir al Catecismo: «Si, con catecismo comerés». Ese padre, decidme, es un angel o un demonio para su hijo? Desgraciado y qué pronto cose- chara para su mal el fruto de esas lecciones; qué pronto sera deso- bedecido, burlado, despreciado, escarnecido y pisoteado por aquel hijo a quien ensefié a desobedecer, burlarse, despreciar, escarnecer y pisotear a Dios. Porque, asi se venga Dios, esto sucede siempre, que el abuso de la autoridad lleva siempre al desprestigio, a la ruina de esa misma autoridad. Y este es el segundo modo. La debilidad de la autoridad. bendicion de los hijos que se salvan. Maldicién de los que se condenan, Sin embargo los padres con frecuencia son demonios para sus hijos en lu- gar de ser an- geles que los guien al cielo. Tres modos de ser demonios Primero: Abu- so de la au- toridad, { Segundo: Debi-
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