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206 acuerdo y se haga con particular advertencia. Alli es justo que se emplee el oro, la plata, las piedras preciosas, la holanda y las sedas, ofrecido todo el hombre para este fin, para que entienda, que por te- ner un lugar de donde le hable Dios, todo lo ha de aventurar, y darlo por bien empleado. Pues asf como alla en el propiciatorio miré Dios tanto las circunstancias del lugar donde habfa de hablar con los hombres, asf aquf quiere que se miren las circunstencias del tiempo, escribiendo quién imperaba en Roma, quién reinaba en Judea, y quién posefa el Sacerdocio; para que entendamos que tiempo y lugar, Em- peradores Reyes y Sacerdotes serén testigos de que nos hablé Dios, y condenarén nuestra descortesia si no hiciéremos lo que nos dice y Don de Dios respetéremos a sus predicadores. Don suyo es el hablarnos, y don a hablar” suyo ha de ser el abrirnos los ofdos para que lleguen sus voces al arrenas los coraz6n y se mueva el alma a poner en ejecucién lo que le manda. Y para significar esto el Esposo en el libro de los Cantares, tratando de los zarcillos que habfan de ser el adorno de las orejas de su Esposa acini dijo: «Mureenulas aureas faciemus tibi, vermiculatas argento». (1) | muestra con el YO, esposa mia, te haré unas arracadas de oro con gusanillos de regalo quehiz0 5iata, Yo soy, el que tengo de hacerlas, y don mfo ha de ser el ador- el Esposo a la y que narte de ellas. Y mira, que en su hechura concurren el oro y la plata > —— 7 que son los metales mas preciosos y que mas estiman los hombres; los Cantares. ara que entiendas que este don de fener Jas orejas adornadas con prenda mia, le has de estimar mas que el oro y la plata. Dos cosas (hermanos mfos carfsimos) hemos de colegir de este lugar de los akan Cantares: la primera es, que el tener orejas prontas para oir la pala- neaoiees 7 bra de Dios, es don suyo y la segunda entender que este don se ha _ siste gran par- de fener en mas que fodos los tesoros del mundo; porque en ésto- te de aiestr@ consiste gran parte de nuestra salvaci6n. En el capftulo 50 del profeta Isafas se queja Dios de cierta genie que era tarda de ofdo. Veni ef non erat vir, vocavi ef non erat gui _ Como debemos aydiret. Vine, y no hallé varén; di voces y no hallé quien las oyese. oir_la palabra _ de Dios nos lo Y un poco mas adelante se nos pinta el mismo profeta, muy pronto ensefia el Pro- - feta Isafas y el para oir la voz de Dios, y muy obediente para cumplir su mandamien- gn gal to. Y para que el mundo entendiese, que el tener tan pronto el ofdo era don de Dios y merced de su divina mano, dice luego, Erigif ma- ne, mane erigit mihi aurem, ut audiam quasi magistrum. Dominus Deus aperuit mihi aurem, ego autem non contradico: retrorsum non abii. Y es como si dijera: madrugo de mafiana, de mafiana madrugo para abrirme el ofdo, porque le oyese como a maestro: no para repli- carle, sino para darle crédito y abrazar su doctrina, como lo suelen hacer los buenos discfpulos. Y porque nadie se engafie pensando que es otro, el que me hizo este beneficio, sepan todos, que Dominus (1) Cant. I, 10.
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