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bose Conclusién: cumplamos la ley de Dios evitemos el ido y nues- ‘a suerte sera uncielo eterno. 164 y a la postre nuestras manos las que han de firmar la sentencia. Obremos santamente, cumplamos los mandamientos de la Ley de Dios y 4 nosotros se dirén aquellas dulcisimas palabras: Venid, bendifosde mi padre, a poseer el reino que osesté preparado desde el principio del mundo. (1) Domingo segundo de Advent Exégesis, San Mateo, X1, 2-10 No nos dicen los evangelistas, cudndo tuvo lugar este episodio evangélico, pero por dos circunstancias que en él se narran, puéde- se conjeturar. Colécalo San Lucas después de la resurreccién del hijo de una viuda en la ciudad de Nain, (2) que, como se _ ha dicho, acaecié en el segundo aifio del ministerio ptiblico de Jesucristo; y dicenos S. Mateo que el Bautista se hallaba en la carcel: /oan- nes autem cum audisset in vinculis opera Christi... encarcela- miento acaecido algunos meses después del bautismo del Salvador. Créese por otra parte que Juan Ilevaba ya unos ocho 0 nueve me- ses de carcel, cuando envié la embajada. (3) Mittens duos de discipulis suis, aitillis: Tu es qui ventu- rus es? an alium expectamus...? Esta embajada de S. Juan y la pregunta que al Salvador dirige, ha llenado de perplejidades y de dudas a los intérpretes todos. ¢Quién hace la pregunta? gen quién estd la duda? y dacerca de qué? Ha habido escritores, aunque ellos han sido muy raros, que en boca de Juan han puesto la pregunta y en su dnimo la duda, sos- pechando que la fe del Bautista que dié tan brillante testimonio de la divinidad del Salvador junto al Jordén, habia flaqueado y las dudas y zozobras se iban apoderando de su alma sobre todo al verse encarcelado. (4) Ya se ha dicho que han sido rarisimos los (1) S. Mateo, XXV, #4. (2) S. Lucas, Ill, 20 (3) V. Nysten. Homélies des Evangiles du Dimenche, p. 23 (4) V. Rose, Evangile selon S. Luc., p, 74.

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