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193 . ran en este mundo el ultimo lugar, al paso que alos malos y a los indignos concedié los primeros; un juicio universal en el que S€ Ve@y py este juicio se aprecie en su justa medida la obra de Jesucristo, su amor sin limi- se serene ue tes, y esto no slo por los buenos quienes ya lo apreciarian en el echo por el cielo, sino por los malos, por los mismos demonios; un juicio univer- hombre. sal en el que todos absolutamente todos, buenos y malos, bienaventu- rados y condenados, Angeles, hombres y demonios le rindan pleite- sfa y vasallaje y confiesen que no hay otro nombre como el suyo ni en la tierra ni el cielo. Tercera verdad: El Juez seré el mismo Jesucrisio y asesores y Tycers. Josue testigos los Angeles, los hombres, los demonios y las criaturas todas. 7 a Es ésta una de las verdades més terribles y que mayor pavor y testigos y ase- espanto han de infundir en los malos y mayor gozo y dicha en los ro buenos. Que sea el Juez, quien por amor a ellos, del cielo baj6 ala tierra y, buscandolos con indecibles fatigas, peregriné por este mun- s ‘ : Espanto que do durante treinta y tres afios, y por salvarios subié a unacruzyen esto ha de ella expir6 entre afrentosos sufrimientos y en un exceso de amor ra- mnalos y con: yano en locura, hizose su alimento a quien ellos han correspondido suelo a los tan malamente, amontonando pecados a pecados, blasfemias a blas- — femias, colg4ndolo de un madero como el més infame malhechor, a quien no habia cometido otro crimen que el crimen de amarlos sin medida; sera este un suplicio tan espantoso, que con razén dice la Escritura sagrada gue pedirén a los montes que caigan sobre ellos; y alos valles que abran sus senos para ocultarios del rostro del cordero (1). Y nada digamos de la confusién y vergiienza que han de experi- mentar al ver a la luz del mediodfa sus maldades todas, y verlas y leerlas todos los hombres, aquellos precisamentes de quienes tan cuidadosamente las habfan ocultado... jCuén otra seré la suerte de los buenos en aquel tribunal, donde | 4 muerte de sera Juez quien los ama con carifio infinito y el mundo todo los testi- 108 gages y gos de su bondad y de su dicha sin limites! Entre todas estas verdades certisimas una permanece oculta y Una verdad nos es desconocida, y a la verdad, que es de las més importantes; a a. ¢cuél seré nuestra suerte? 4seremos colocados a la diestra o tendre- suerte. mos la desgracia que s6lo el pensar espanta, de vernos colocados a la siniestra? El mismo amor que Dios nos tiene, le ha obligado a ca- llarse y ocultarnos cosa que tanto nos inferesa; ha dejado empero en nuestra mano el escoger el puesto en aquella universal asamblea, su- puesta Ja gracia divina, que no nos ha de faltar jamd4s. Son nuestras obras buenas o malas las que nos han de sefialar el puesto, Son enfin (1) S. Juan Apoc., VI, 16. moti ns
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