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189 preguntamos cual es la raz6n de ellas, el porqué Dios nuestro Sefior las ha creado, todas al unfsono nos contestarén que por el hombre, que el amor de Dios al hombre es la unica, la sola raz6n de su exis- tencia; y un amor no como quiera, sino un amor de padre carifiosfsi- mo, un amor que siente la necesidad, el ansia de dar de sus bienes, de repartir sus riquezas y de repartirlas sin tasa, sin medida. Y en efecto; sin ndmero, sin medida son los bienes que nos ha dado, los_ benefi- cios que nos ha hecho, que bienes y beneficios suyos son cuanto nuestros ojos ven y nuestra imaginacién suefia y nuestra inteligencia aleanza y abarca. Su segunda venida fué la Encarnaci6n. Si como en la creacién nos preguntamos porqué Dios se ha encarnado, qué atractivos tiene fegunés: le este mundo, valle de lagrimas, lugar de destierro, para’un Dios infi- su causa, el nito y eternamente dichoso; nuestra misma raz6n vendré a decirnos “Satkateret : que no los atractivos del mundo, ni del hombre, sino solo su amor —_ la necesidad de vivir, de asemejarse al objeto a quien ama, de probar su mismo pan y su mismo vestido y sus mismas alegrias y sus mismas penas hale arrastrado a este mundo y le ha hecho compafie- ro del hombre. Y cuando con asombro de los Angeles y espanto de los demonios, vésele subir a una cruz afrentosa y expiar en ella des- pués de haber agotado todos los tormentos y todas las infamias; la cruz, y el calvario, y los Angeles, y los demonios, y el cielo, y la tie- rra nos dicen que el Hacedor supremo ha sido victima del amor al hombre, ha sentido las ansias, los anhelos, la necesidad del fino amante de sellar con sangre el amor que siente. Es su tercera venida la Eucaristia, que por tal la podemos tomar. Tercera: la Eu- Y en esto si que es indtil toda pregunta, que el sagrario con su di- mee pol vino prisionero, sus apariencias de pan, sus abatimientos y soledad que siente ne- a grandes voces nos dicen v testifican el amor y un amor rayando eamineaee en la insensatez y en la locura, un amor tan extremado que con nada oe 6 eee menos se contenta, que con darse a sf mismo después de haber dado misma cosa. todo cuanto tiene, que suspira, y anhela, y en otra cosa no suefia, que en hacerse una cosa con el amado. El evangelio del dia nos predice otra venida, que tendré lugar al final de los siglos: Ef func parebif signum Filii hominis in coelo; et ouarta: fin det tunc plangent omnes tribus terrae; et videbunt Filium hominis veni- aoe eae entem in nubibus coeli cum virtute multa et majestate. {Seré el cia y ‘el amorl. amor quien por cuarta vez le trae, seré el amor quien le arrastra? El sagrado texto nos dice que las gentes todas llorar4n amargamente. Y esto nos descubre bien a las claras que no es amor quien le trae, que es justicia y justicia inexorable, justicia que viene a pedir cuentas del amor despreciado y burlado, justicia que es tan grande como el amor, one ee roe Se er ~iin n ome

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