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2 Aer ce EEE TREN: tg ee et oe me then cme etm ? Venida de Dios al mundo. Primera: la creaciOn: su motivo, el amor, 188 cadent de coelo, et virtutes coelorum commovebuntur. Et tunc parebit signum Filii hominis in coelo et tunc plangent omnes tribus terrae: et videbunt Filium hominis venientem in nubibus coeli cum virtute multa et majestate. Et mittet angelos cum tuba voce magna; et congregabunt electos ejus a quatuor ventis, a summis coelorum usque ad terminos eorum. Esta pro- fecia ofrece una dificultad, si bien es ellano pequefia. gA qué se refiere aquel Statim autem post tribulationem dierum illorum? A mi modo de entender la solucién mas sencilla, es ver en el sta- tim no un adverbio de tiempo, sino una particula de ligacién, el nexo entre un versiculo y el otro y que el Evangelista en modo al- guno pretendié afirmar el seguimiento inmediato de un aconteci- miento al otro. Quiere después el Salvador indicarles alguna sefial por la que puedan barruntar la proximidad de las catdstrofes y les dice: Ab ’ arbore fici discite parabolam; cum jam ramus ejus tener fue- rit et folia nata, \o que suele tener lugar muy entrada ya la pri- mavera; ita et vos cum videritis haec fieri; scitote, quia prope est in januis; versiculo que sin duda alguna se refiere a los dos acontecimientos. Amen dico vobis, quia non praeteribit gene- ratio haec, donec omnia haec fiant, Esta aseveracién es en ver- dad desconcertante. No pocos escritores emparentan estas palabras con la tiltima de las profecias y se ven obligados a entender por generatio haec l|a raza judia; es sin embargo mas natural, mas ob- vio y mas sencillo entender lo que se entiende siempre por una ge- neracién, y emparentarlas sdlo con la primera profecia,la que se refiere a la ruina de Jerusalén, aunque no sabré decir porqué el Evangelista la puso en este lugar. Coelum et terra transibunt, verba autem mea non praeteribunt. * * * Homilia.—Ocupan en el evangelio del dfa un lugar preferente las venidas del Sefior a este mundo a causa del hombre. No estard por tanto fuera de lugar el meditar sobre ellas durante unos instantes. Podemos considerar como su primera venida la creacién del mundo, que en ella aparece bien clara y resplandeciente su presencia divina, que las cosas todas proclaman y en alta voz nos dicen no ser ellas mds que las huellas de su hermosura, un pdlido reflejo de su belleza infinita. Y si extasiados en la contemplaciém de las cosas, nos

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