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185 iOh viva fe, evidente argumento de la real presencia de Jesiis en la Eucaristia! Si con esta fe y amor os acercais a recibir a Jestis, pro- duciré también en vosotros los més saludables y maravillosos frutos y OS seré manjar de salud y vida eterna: Quien come de este pan vi- viré efernamente, Domingo veinticuatra después de Pentecostés Exégesis. S. Mat. XXIV, 15-35. Es este episodio evangélico oscuro, de muy dificil interpreta- cién y contiene palabras gravisimas del Salvador. He aqui las circunstancias en que fueron dichas: tres dias an- tes de su pasién afrentosa, al salir de Jerusalén para encaminarse a Betania, sobre el monte de los Olivos y teniendo en frente de si el templo, el orgullo del pueblo judio. Su entrada en Jerusalén, triun- fal si, pero ineficaz, la guerra encarnizada de los sacerdotes, es- cribas, fariseos y principales del pueblo, la ingrata corresponden- cia de este, la visién de su crucifixién inminente con sus consecuen- cias, traicién de Judas, abandono de los Apéstoles, ingratitud del pueblo, tribunales, befas, azotes, clavos, lanzada, despierta en Jesucristo pensamientos tristisimos y a su imaginacién se ofrecen el fin del pueblo deicida y el fin, no menos desgraciado, del mundo tan ingrato como el primero. Unas palabras de los Apéstoles, ponde- rando la hermosura del.templo y la firmeza de sus muros, provocan en el Salvador dulcisimo una explosién de amargura que se con- vierte en profecia tristisima acerca del fin de Jerusalén y acerca del fin del mundo. No cabe duda de que las dos profecias estan intimamente uni- das en el relato y atin mezcladas, de suerte que es dificil distinguir lo que a una 0 a otra atafie. Hay intérpretes, y son muchos, que creen hallarse mezcladas y entretejidas las dos profecias y que a un versiculo en que se habla de la destruccién de Jerusalén, suce- de otro que se refiere al fin del mundo; y opinan que esta mezcla se debe al mismo Jesucristo, quien de intento y acomodandose a la 4 a ae ee

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