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183 curada. Jestis, sabedor del milagro obrado en la mujer, volvié los ojos en derredor, y exclamé: ZQuién ha tocado mi vestido? Maes- tro, le respondié S. Pedro, multitud de gente te rodea y te oprime y aun preguntas quien te ha tocado? Mas Jestis dirigiendo su mirada a los circunstantes, como si pretendiera distinguir a la persona en la cual se obré el milagro, replic6é: Alguno me ha tocado intencionada- mente, porque yo he sentido salir de mi cierta virtud que habra sido beneficiosa para su salud; entre los que me estrechan, hay una mano que me ha robado un milagro. Viéndose entonces la mujer descubierta, se acercé temblendo a Jesus y postrandose a sus pies, declaré en presencia de todo el pue- blo la raz6n de porqué le habfa tocado, y cémo al momento habia quedado sana. Jests la dijo: Hija, tu fe te ha curado, vete en paz y queda libre de tu mal, Y \a mujer déndole las mas efusivas gracias, se marché. Ved el gran milagro obrado por la fe en Jesucristo. Crefa firmemente la piadosa mujer que iba a ser curada con solo tocar el ruedo de la vestidura de Jestis. |Ved también el poder infinito de Jess, que no solo se extiende a sus labios y manos, sino que también a sus vestidos. Deduzcamos ahora la consecuencia. Si en esta mujer el simple tacto del vestido de Jestis, obré prodigio tan estupendo; g£qué no de- Como y por berfa obrar en nosotros al recibir al Sefior en la Sagrada Comunién, gc prokace donde no solo tocamos las especies Sacramentales, si que también mejores efectos su carne y nos alimentamos de ella y bebemos su divinfsima sangre? ————- Si algunos tocaron /a orla de su vestidura, dice S. Juan Criséstomo, todos sanaron perfectamente; gcuanto mas, pues, quedaremos no- sotros sanos, si al mismo Cristo entero tenemos en nosotros? Pero éy qué es lo que obra Cristo en nosotros? gqué fruto sacamos al a- cercarnos a tocar a Jestis con la lengua y al recibirlo en nuestro co- raz6n? Pequefio es el fruto, porque nuestra fe es casi muerta; nos acercamos al Sagrario, como si no fuese el mismo Jesis, que nifio nacié en Belén; nos encontramos tibios, caemos en los mismos peca- dos y defectos; y cedemos a las tentaciones del demonio, siendo asi que deberiamos salir de aquel celestial convite fuerfes, como Jeones, - Eilpet & arrojando fuego por la boca y hechos ferribles al enemigo, como zou dice el citado S. Juan Criséstomo. Santa Maria Magdalena de Pazzis decia, que una comunién bien hecha era suficiente para santificar a un hombre. Mas gcuaéntos después de haber comido la carne sacratisima de Jess vuelven a alimentarse con la carne de Egipto, y después que han comido el pan de los Angeles se deleitan con las bellofas de inmun- {as recafdas, dos animales? Hay quienes ensucian su lengua con palabras indeco- !88 conversa- : . . : ciones malas. rosas y su cuerpo que debiera ser santuario del Dios vivo, queda
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