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sryethes Pata eet Mo Tet RRR i Ne ome po se oper ta cette A te ae ayer setae naires oar et mt nate epee ~agefe > aemaayer se 182 flauta de la muerte. Por pobre que fuese el israelita, no se podia dispensar de una plafiidera y de dos flautas; el ntimero de aquellas y de estos crecia segtin los haberes de la familia. Suce- dianse y mezclabanse sin interrupcién los sonidos ltigubres y estri- dentes de las flautas, los gemidos, las lagrimas, las lamentaciones, los cantos quejumbrosos, los gritos agudos y desgarradores, inte- -rrumpidos tan solos por breves momentos para dar lugar a algunas palabras de elogio del difunto. Tal fué el cuadro que Jestis presen- cié al llegar a casa de Jairo. Et cum venisset Jesus in domum principis, et vidisset tibicines et turbamtumultuantem. Pata aca- llar aquella algarabia no le quedaba otro medio al Salvador que de- cir que la nifia no estaba muerta que estaba tan solo dormida: dice- bat: Recedite, non est autem mortua puella, sed dormit. Claro esta el pensamiento del Salvador para poder alejar a la muchedum- bre que estorbaba sin despertar su curiosidad y sin ofenderle, jue- gacon el sentido de la palabra dormir que con frecuencia llamaba- se entre los judios ala muerte, suefio, y para El tan facil es resucitar a uno como despertarle del suefioreal y fisico. Las palabras del Sefior provocaron lo que era de esperar entre aquella personas tan seguras de la muerte de la joven, la burla y la mofa. Et deride- bant eum. Conseguido empero lo que el Salvador pretendia. Et cum ejecta esset turba, intravit; et tenuit manum ejus. Et su- rrexit puella. Et exiit fama haec in universam terram illam. es Homilfa.—Cuando Jestis iba ala casa del principe de la sinago- Curacién de la 84 Seguido de gran muchedumbre que le apretaba hasta no dejarle Pa ca nag caminar, vino por detrés una mujer, que hacfa ya 12 afios sufrfa un los remedios flujo de sangre. Los médicos habfan acabado en visitas y medicinas humanos. SU toda su hacienda, mas ella empeord en vez de experimentar la més vador. leve mejoria. . Esta,mujer, animada por las relaciones que habfa ofdo del Reden- tor acerca de los grandes prodigios obrados por El, aviv6é su fe y crey6 alcanzar salvacién al mismo tiempo que murmuraba estas pala- bras en su coraz6n: Si Jogro tocar la orla desu vestido quedaré curada. No se hizo sorda a esta inspiracién y rompiendo por entre las masas se acercé a Jestis y sin ser notada, extendié furtivamente la mano, tocé la fimbria de su vestido y joh prodigio! apenas hubo to- cado aquel bendito ruedo, cuando de repente se sintid perfectamente
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