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ae ape penetrate tae pee abe in x 180 ma respuesta dulce y enérgica. Y si los espfritus rectos y almas sin- Han hecho eras de la época de Jesucristo pudieron ver en esas respuestas una causa comin prueba admirable de su sabiduria infinita y de su divinidad; cuantos las sectas e : ge . Igiesias disi- en el decurso de los siglos han vivido y vivirdn hasta el fin del. mun- dentes. —_ do, pueden ver y admirar en esa misma respuesta una prueba ma- nifiesta de la sabiduria, de la rectitud, del origen divino de la Iglesia. Nos dice la historia que s6lo una Iglesia, la Iglesia catélica, romana ha sabido pronunciar esas palabras y mantener siempre enhiesta esa EI bandera sin claudicaciones ni desmayos. poder de ‘ Dios y el impe- Pero acontece que olros dos poderes se disputan el reino de nues- Roatan ties: iro coraz6n; son el poder de Dios y el imperio delas_ pasiones; y joh a Providencia adorable de Dios!_ha puesto en medio del corez6n una razon. voz, una voz siempre alerta, la voz de la conciencia que responde co- mo Jesucristo a los fariseos, siempre que el imperiode las pasiones Dice ha pasete OF extralimita y se rebela contra Dios y pide lo que no es licito conce- en nosotros la derle: reddife ergo guae sunt Caesaris Caesari, et quae sunt Dei, Deo. ee Y jsabidurfa infinita de Dios! por si esa voz dormitara o guardara si- lencio, como puede acontecer, o por si el tumulto y ruido que hacen las pasiones, ir piden que el alma cristiana la oiga y perciba, cosa que la voz de} Suele suceder de ordinario, ha levantado en cada pueblo una iglesia cerdote. y en cada Iglesia un pilpito y un confesonario, donde siempre reso- narén la palabras de Jesucristo, las palabras de !a Iglesia, las pelabras de la conciencia pronunciedas y repetidas por el representante de Conclusién seaanane > Dios: reddite ergo quae sunt Caesaris Caesari, et quae sunt Dei, Deo. practicad esa é4Quereis cumplir exactamente vuestros deberes como hombres y — como cristianos? gquereis escapar del dominio y esclavitud de las pasiones? Zquereis asegurar vuestra salvacién eterna? Escuchad la ‘voz de Jesucristo, la voz de la Iglesia, la voz de la conciencia, la voz del sacerdote, cuatro voces que son una sola voz: escuchadla y prac- ticad lo que ella os diga.

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