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179 Reddite ergo quae sunt Caesaris, Caesari, et quae sunt Dei, Deo. Et audientes mirati sunt, et relicto eo, abierunt. Nada tu- vieron de extrafio ni la admiracién nila fuga, puesto que los fari- seos que celosos defensores de la independencia del pueblo judio~ se mostraban, eran bien amigos de aquellas monedas que Ilevaban la figura del César. Ps Homilfa.—Hay en este evangelio muchas cosas que aprender, muchas cosas que admirar y no menos que practicar. A la vista sal- tan la malicia y artera perversidad de los fariseos, c6mo se unencon evangelio sus mas terribles enemigos, los partidarios de Herodes para perder rico en ense- al inocente y al santo; de qué palabras tan lisonjeras se sirven para — sus engafios y malos fines; la sabidurfa del Salvador, el pleno cono- cimiento de los pensamientos, deseos y fines més ocultos, la prueba clara y palpable de su divinidad, pero sobre todo aquella ensefianza divina, aquella conclusi6n praéctica que debe ser la norma tinica de conducta de todo buen cristiano: reddite gue sunt Caesaris, Caesari, et guae sunt Dei, Deo. Dos poderes existfan en el mundo en tiempo de Jesucrisio, e] po- der de Dios y el poder del Emperador, y el Salvador resume y com- png nmgee nd pendia nuestros deberes y obligaciones para con el un poder y para ces en el mun- do. Intromisio- con el otro con firmeza, energfa y concisiédn maravillosas: dad a/ jes del poder Cesar lo que es del Cesar ya Dioslo que es de Dios. Y desde el henmee. — tiempo de Jesucristo vienen imperando esos dos poderes. Y la his- Iglesia ae toria nos dice que el uno, el que debia estar subordinado, el que de suyo es dependiente, el humano, més de una vez se ha alzado con derechos que no le corresponden, y ha exigido vasallaje y pleitesfa en cosas que solo a Dios tocan, y se ha metido con asuntos del alma y ha traspasado l|as fronteras de su reino para tiranizar las concien- cias. Y en todas las cosas dicenos también la historia que se ha ele- vado una voz suave, dulce pero enérgica cual la de Jesucristo y ha dicho a las almas: reddite gue sunt Coesaris, Caesari, et gue sunt Dei, Deo, esla voz del pontificado, del Vicario de Cristo, de la Maestra infalible. Y cuéntanos esa misma historia que al poder humano, al César bia Salina se han unido los sabios que han querido defender y justificar sus ar- cen causa co- . . mun con el po- bitrariedades y sus excesos y con ese fin las prensas han vomitado der humano y miles de obras; y a todas las sugestiones y a todos los halagos y to- a * das las amenazas, responde la Iglesia santa: reddife gue sunt Cesa- ris Caesari, et gue sunt Dei, Deo; se han unido las pasiones, los odios, las falsas sectas, y siempre han brotado de los labios de la Iglesia jamas manchados por el error, la falsedad y la mentira, Ja mis-
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