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171 es la voluntad enferma y languida para practicar la virtud: los sirvien- tes y criados son los diversos sentidos y miembros del cuerpo; la fiebre ardiente que consume al pobre enfermo es el fuego de las pa- siones y amor desordenado a los bienes de la tierra. En efecto, el hombre es un rey, que ha sido puesto por Dios, Rey de los reyes, y con quien esta unido por el parentesco de naturaleza y de gracia, «ipsius enim et genus sumus... ut filii Dei nominemur et Simus>, para mandar y dominar a todas las criaturas. Y cada hombre tiene un hijo muy querido, su propia voluntad; fdolo del corazén hu- mano, a quien naturalmente se inclina el hombre a rendir culto en el altar que le exige e] amor propio de cada uno. Y ese hijo tan amado se encuentra muy a menudo enfermo y agotado por la maligna fiebre de las pasiones; la avaricia, la célera, la envidia, el odio, fa ambicién devoran a porffa y de continuo a esta voluntad, debilitandola lenta- mente y poniéndola muchas veces al borde de! precipicio, a las puer- tas de la muerte de nuestra alma, «/ncipiebat enim mori.» ¢4Cual, pues debe ser el remedio y la medicina en ese trance? Re- curramos a Jestis, como Régulo roguémosle y pidémosle hasta impor- N El enfermo simbolo de la voluntad en- ferma. Conclusién: uestro reme- tunarle gue cure nuestra fiebre, que apague el fuego de nuestras pa- dio es elrecur- siones, y Jestis hara lo que le pedimos, con tal de que selo pidamos con las debidas condiciones, esto es, con confianza y perseverancia. Vamos, nos diré, que vuestro hijo esté lleno de vida. Vuestra volun- tad esté ya sana y vigorosa; y ti, oh hombre, que dejando caer de tus manos el cetro del mando: ta, que haciéndote esclavo de viles pa- siones, estas hecho un rey de burlas y de irrisién, un reyezuelo «Re- gulus>, torna de nuevo a ser rey de verdad, en el imperio de tu cora- z6n y de tus sentidos. so a Jesiis.

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