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do a la ultima pena el nombre del bienhechor que le obtuvo el indulto, tro enemigo, berté de el nombre del amante que murié por conservar su vida; que es dulce su esclavitud y muy dulce para el que gime en un destierro, para el hijo desheredado de los bienes paternos, para el hombre huérfano de padres y huérfa- no de hermanos, el nombre del hermano, de la madre que le devuelve a la patria, que le devuelve a los brazos de su padre, que le devuelve la herencia, que le devuelve su madre sus hermanos, y el nombre de Jestis esel nombre del padre, de ja madre, del hermano, del amigo, del amante que nos libert6 de la esclavitud en que gemiamos, rompié las cadenas con que el pecado nos encadenaba, obtuvo el indulto de muerte y de muerte eterna, de un espantoso infierno a que estaba- mos condenados, muri6 en infame patibulo para darnos la vida, nos devolvié a la patria, a los brazos ce nuestro Padre celestial, nos de- volvi6 nuestra herencia que es el cielo, nos devolvié la madre que es la Virgen Santfsima, nos devolvié a nuestros hermanos que son los angeles. Pero no slo es recuerdo dulcisimo es, Prenda segura de victoria Por desgracia no estamos todavia en la patria, no hemos refiido el Gltimo combate, ni obtenido Ia victoria definitiva. Nuestros enemigos el mundo, el demonio y la carne son en ex- tremo tercos, poderosos, astutos. Desu poder, astucia y terquedad nos hablan muy alto Adan y Eva derribados y vencidos a pesar de sus dones de ciencia, sabidurfa y bondad. Cafn asesino de su herma- no, los hijos de Dios anegados en el diluvio, las ciudades de Penté- polis, Sansén, Saul, David, Salom6n, un Judas derribado y vencido en presencia del Salvador, un S. Pedro derribado y vencido en los brazos del Sefior. La multitud innumerable de pecados que en él se cometen, los que nosotros tenemos que confesar con rubor en la frente son prueba palmaria aunque bien triste de ese poder, de esa astucia, de esa terquedad. Y en tan rudo, largo y desigual combate quien nos sostendrda, con qué escudo pararemos los golpes del ene- migo, con qué armas los pondremos en derrota vergonzosa. Escu- chad la voz del cielo: Al nombre de Jestis los cielos, la tierra y el in- fierno doblan le rodilla. S. Pedro, invocando el nombre de Jestis, da vista alos ciegos, movimiento alos tullidos, vida alos muertos, y lo que todavia es més dificil, consigui6é que creyeran en Jesucristo, le adoraran aquellos que pocos dias antes frenéticamente gritaron «Crucifige, Crucifige.» Tarea sobrehumana es cantar las victorias obtenidas con ese nombre, s6lo os diré que ante ese nombre bendito tremolado por S. Juan de Capistrano tiemblan y huyen aterrados los turcos a las puer- tas de Belgrado; invocando ese dulce nombre otro Capuchino el Vble. P. Marcos de Aviano, al frente de las tropas austriacas rompe y deshace las huestes agarenas que se consideraban ya duefias de nos abrid las oo, del cie- 0. Prenda segura de victoria. No estamos toda- via enla patria, no hemos refi- do el tltimo combate. In nomine Jesu omne genu flec- tatur ccelestium terrestrium et infernorum. Prodigios de San Pedro in- vocando ese —e8 bendi- 0. Prodigios de S. Juan de Ca- pistrano. Del Vble. Padre Marcos de A- viano,

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