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156 Tercera:.la hu €mpefio con que se disputaban los fariseos los puestos mas honrosos, mildad el cami- jes cuenta una parabola, capaz de hacerles comprender su necio pro- no mas corto para los ho- ceder. Buscaban ante todo los fariseos honores y gloria y haceles nores. Debemos ser humildes, por- que no cono- cemos el por- venir. Seamos humil- des para no caer Seamos humil- des siqueremos un trono de joria. Conclusién: Caridad, humil- dad confianza enJ ests. ver el divino Salvador gue con su modo de obrar se exponen a no encontrar sino vergiienza y confusién. Pero dejemos el sentido literal de la parabola. No pretende el di- vino Maestro dartios lecciones de cosas terenas; ni es su intencién darnos a conocer el medio de atraernos la estima y alabanzas de nues- tros semejantes; llamados estamos a las bodas eternas del Cordero, debemos un dfa sentarnos al banquete celestial: Mas gpara quiénes estan reservados los puestos en ese festfn, de nuestra patria? Para aquellos que practicaren una verdadera y sélida humildad. Resistamos al ambicioso deseo de sobreponernos alos demés; ni nos creamos superiores a nuestros semejantes. Porque, decidme, 2podeis responder del porvenir? Ese desgraciado pecador que ahora reprobais, puede llegar a ser un santo, como vosotros podeis venir a ser angeles caidos. Un dfa sufrfan el martirio cuarenta cristianos; soldados iddélatras los custodiaban. Uno de los cristianos vencido por la fuerza del dolor apostata cobardemente. Un id6élatra que viera coronas !levadas por manos de angeles ser colocadas sobre las ca- bezas de los mértires, demanda para sf el puesto del renegado. En un punto el cristiano ha perdido su corona eterna: y en el mismo tiem- po el soldado pagano ha merecido la corona de los cielos. No queramos ser preferidos a nuestros semejantes; pero el que se halla sobre los otros mire no caiga. 4ZQuereis conocer un secreto para evitar la cafda? Escuchemos el Evangelio: E/. que se ensalza sera humillado y el que se humilla seré ensalzado. He ahi el secre- to de nuestra gloria futura... la humildad... El] orguilo nos pierde; la humildad nos saliva. Llevemos presente la historia del Angel rebelde... Recordemos a la Virgen sin mancha, elegida para grandes maravi- llas; ella fué madre del Hijo de Dios hecho hombre; hoy es. reina de todo lo creado. 4Cémo se vi6 elevada a tanta dignidad? gC6émo pudo subir hasta ese trono de gloria? Por su humildad: Respexit humilita- tem ancille suze. Seamos humildes y el cielo es nuestro. Caridad, humildad, confianza, fe y amor en Jesucristo que es el gran remediador de nuestras necesidades. Tales son sus ensefianzas que del Evangelio se desprenden y ellas deben ser la norma de nues- tra conducta.
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