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155 por tener parte en el banquete de la dicha, acosados, consumidos por la sed de placeres, placeres de boca y placeres de ofdes y placeres de ojos y placeres carnales y goces de bestia, placeres de ambicién y orgullo, de dineros y riquezas, haciéndose la ilusién de que han de apagar su sed devoradora, donde solo encuentran el tedio, la ponzo- fia, la muerte, en lo que no tiene otra virtud que despertar més y mas el apetito, encender mas y més la sed devoradora? Otra vez repito 4de quién es simbolo el desgraciado hidrépico que asiste al banquete? Descendamos, empero, un poquito y contemplemos nuestro pro- pio coraz6n y geste corazén que late dentro de mi pecho, no siente sed y sed devoradora? gno le atormenta el hambre, una hambre qui- z4 rabiosa? sed, hambre de placeres sensuales, sed de ambicién y orgullo, sed de primeros puestos y de honores, sed de riquezas y de amontonar dineros. Que sepa el mundo y sabe coraz6n mio: la cien- ~ cia, los socidlogos, los estadistas, mil y mil sabios se han empefiado en hallar un remedio para esa hidropesfa del coraz6n del hombre, desde que el hombre existe, vienen trabajando en ese empefio; y la ciencia, los sociélogos y los estadistas y los mil y mil sabios han fracasado y sélo el Evangelio, sélo la Iglesia santa han dado con la medicina que cura: es Jesucristo que es el camino, la verdad y la vi- da, el cordero de Dios que borra los pecados del mundo; Jesucristo sefior de nuestra inteligencia y de nuestro coraz6n; Jesucristo norma de nuestra conducta, ejemplar de nuestra vida y regulador de nues- tras acciones. Grande, hermosa y muy justa es la virtud de la religién que regu- la nuestras relaciones con Dios; y muy miserable es quien no dedica El hidrépico simbolo de nuestro co- razon. Segunda: La caridad reina a Dios, siguiera uno de los ocho dfas de la semana, que este con lar- de todas las ga mano y ternura paternal le ha otorgado; pero noes ésta virtud la virtudes sobre la misma virtud mas grande, ni la mds hermosa, ni la que empufia el cetro. Es ésta la de la Religion. caridad, el amor a Dios y el amor al préiimo que es un mismo amor. Y siendo el amor al préjimo del mismo rango que el amor de Dios siguese que donde este predomine, debe predominar aquel. Desacertados y errados, como los fariseos, andan no pocos cris- tianos que ponen todo su amor a Dios en ciertas practicas exteriores Semejanza_ en- de piedad, ejecutadas las mas de las veces o por rutina o por el qué dirdn, cristianos que besan y se comen las imagenes de piedra y ma- dera, y coronan de espinas y abofetean y calumnian y azotan y cruci- fican con sus lenguas a las imagenes vivas de Dios que son los pré- jimos; cristianos prontos a hacer ostentacién de su religiosidad y que dejan que el mendigo muera de hambre a la puerta de sus casas, cris- tianos alos que dira Jesucristo el dfa de las cuentas: hac opportuit facere, et illa non omittere. En fin el Salvador, dulcisimo y sapientisimo Maestro, testigo del tre fariseos y muchos falsos devotos.

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