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Tres lecciones en el Evange- lio de hoy. Primera: el en- fermo de hi- dropesia que solo halla re- medio en Je- sucristo. El hidrépico simbolo del mundo. 154 continuo extrahet illum die sabbati. Et non poterant ad haec respondere illi. Era precisamente esa una de las obras exceptua- das de la prohibicién sabatina, segtin las ridiculas interpretaciones que a la ley daban los fariseos. Sin igual era la derrota de aquellos hombres que con tan da- fiada intencién habian convidado al Salvador; nada tiene, pues, de extrafio que corridos y avergonzados asaltaran los puestos del ban- quete sin olvidarla costumbre de siempre, apoderdndose de los _pri- meros y mas distinguidos. El Salvador no quiso desaprovechar la ocasién que se le presentaba y quiso darles una leccién de buena crianza. Dicebat autem etad invitatos parabolam, intendens guomodo primos accubitus eligerent, dicens ad illos. Cum in- vitatus fueris ad nuptias, non discumbas, in primo loco, ne forte honoratior te sit invitatus abillo; et veniens is qui te et illum vocaverit, dicat tibi; da huic locum: et tunc incipias cum rubore novissimum locum tenere. Sed cum vocatus fueris, va- de, recumbe in novissimo loco; ut cum venerit qui te invitavit, dicat tibi: amice, ascende superius. Tunc erit tibi gloria co- ram simul discumbentibus. Leccién por cierto bien merecida, lec- cién de humildad y de sentido comtin, cerrada magistralmente por aquellas palabras: Quia omnis qui se exaltat, humiliabitur, et gui se humiliat exaltabitur. Verdad en todos los siglos y todas las épocas, ley sin excepcién en las sociedades y en los individuos. * * * Homilia.—Son importantes y de una transcendencia grande para los cristianos del dia las ensefianzas desprendidas del evangelio lei- do. Ellas son tres y tales que ni se puede guardar silencio sobre nin- guna de ellas, ni se les puede afiadir ni coma, ni tilde. Un hidr6épico asistfa al banquete, es decir, un hombre victima de enfermedad que hoy mismo la ciencia declara incurable, un hombre que se arroja con frenesi y se apodera del vaso de agua, porque se hace la ilusi6n de apagar en é] su sed; un hombre que encuentra la ponzofia, la muerte, donde él juzga que ha de encontrar alivio y re- frigerio. A. o. £De quién es sfmbolo ese pobre hidrépico que asiste al banquete? Contemplad el mundo y a cuantos en él asisten al banque- te de la vida. No veis cémo, semejantes a la hoja seca que del a4rbol se desprende y es arrastrada de un Jado para el otro por recio venda- val, se afanan y trabajan y corren vertiginosa carrera y se empujan y * se atropellan y serifien y se acocean y se aplastan y ni de dia ni de noche descansan y todo esto por apoderarse de la copa del placer,
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