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147 _ Y esta doctrina que Jestis predicé para los cristianos de todos los tiempos, os la predica hoy a vosotros por mi ministerio. No podeis servir a dos sefiores, no es posible que en vuestro coraz6n reine domine el amor de Dios y el amor de las riquezas, porque son incom- patibles, porque estan refiidos, porque el amor de Dios pide, manda, exige que pisoteeis los bienes de este mundo 0 porlo menos que des- pegueis vuestro coraz6n; y el amor a los bienes de este mundo pide, manda, exige, con harta frecuencia, que pisoteeis a Dios, que que- branteis sus divinos mandamientos. Y como Jesucristo, veo yo que del fondo de vuestro coraz6n se eleva un pensamiento, algo que suena 0 protesta y que os dice: Facil es decir, que es preciso pisotear las riquezas y no preocuparnos de ellas; y en ese caso 4£c6mo comeremos y con qué nos vestiremos? A. O. Vuestro pensamienio parece razonable, sensato, prudente; si no nos preocupamos de las cosas de la tierra gc6mo comeremos y con qué nos vestiremos? y tan razonable y tan sensato y tan pruden- te parece que yo no me atreviera a hablaros, si e! mismo Maestro _in- falible no hubiera respondido de antemano y desbaratado ese castillo de naipes. Vamos a cuentas, dice ¢,Qué es de mas precio, qué tiene mds va- lor, la vida o la comida, el cuerpo o el vestido? Direisme que la vida, el cuerpo. Pues en ese caso gpor qué subordinais la vida y el cuerpo a la comida y al vestido? 4por qué perdeis el suefio, las fuerzas, la salud y, lo que peor es, la salud, la vida del alma por amontonar ri- quezas? Z4Direisme que con todo esto no se come ni se viste? Con- templad os digo yo a mi vez: Contemplad las aves del aire; ellas_ ni siembran, ni siegan, ni amontonan en graneros, ni se preocupan de nada de eso, porque vuestro Padre celestial las viste y alimenta. 6Sois vosotros acaso menos que las aves del aire, no os ama menos que a ellas vuestro Padre celestial? Contemplad un lirio: c6mo crece, se desarrolla, qué esbelto su tallo, que bellos sus colores, ni Salom6n en el apogeo de su grandeza, en la cumbre de su gloria, logr6é vestirse de manera tan bella y pere- grina, Y gquién alimenta al ave y quién viste al lirio con tan ricos colo- res, al ave que es mucho menos que el hombre, al lirio que hoy nace y mafiana seré arrojado al horno ? jVuestro Padre celestial! que no es Padre para el ave, ni es Padre para el lirio, y es Padre para voso- tros y Padre que os ama con ternura y carifio infinitos y Padre que conoce y tiene presente todas vuestras necesidades, Padre que como El mismo asegura, os lleva escritos en la palma de la mano para no olvidaros. éSabeis cual es la causa de todas esas preocupaciones? ¢de dén- de nace ese pensamiento que he descubierto en el fondo de vuesfro Una objecién: es necesario el as cosas de la Las aves no se preocupan y co- El Padre celes- tial se cuida de

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