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DE TERCIARIOS PRANCISCANOS 57 después del Evangelio, que sin duda alguna, pertenece a la Escuela francisca- na, y el tinico Santo citado en él es San Francisco de Asis. De todo lo dicho aparece, que, per Franciscum ad Jesum, por medio de San Francisco vamos directamente a la imitacién de Jestis, ala gran fraterni- dad y uni6n con Cristo. Y por esto os diré, fraternitatem diligite; Deum time- fe, buscad, amad esta uni6n y fraternidad con Dios, imitando en todo y por to- do como San Francisco a Cristo Redentor, porque mientras el hombre no se haga a/fer Christus por imitaci6n, mientras el hombre no siga al Evangelio en toda la plenitud como el Serafin llagado de Asis, no habraé paz en su alma, en sus obras, en su familia, y no se podra regenerar la sociedad. Por consiguien- te, rogamos con San Francisco a Jestis y nunca nos apartemos de su bandera, de su ejércifo, siendo nuestro santo y sefia: O Crisfo o Ja muerte. o Fraternidad entre Dios y la Naturaleza _Es proverbial el simpatico amor de San Francisco a la naturaleza. Por es- to, después de establecer la gran fraternidad entre Dios _y los hombres, quiere poner en intima relaci6n con el Criador todo el orden natural. En verdad; en la Edad Media hasta la naturaleza se habia rebelado contra Dios. La creacién en- tera queria apariarse, apostatar de Dios, por medio del principio dualista albi- gense del bien y del mal. Habia, pues, que poner en paz todos los seres de la creacién y establecer también entre ellos la gran fraternidad. En efecto; San Francisco de Asis, el gran fil6sofo y poeta de la naturaleza, destruye esta discordia dualista, divinizando la materia y poniendo todos los seres del universo, desde el leén, rey de los animales, hasta el mds impercep- tible microbio, y desde el mas frondoso 4rbol hasta el més microscépico 4to- mo, cantando, en unfsono coro y armonfa, las alabanzas al unico Criador de los cielos y de la tierra. De este modo desapareci6 el priacipio del mal, y cada ser era un pédernal de donde saltaban chispas de amor y cadnticos a Dios. Por esto llamaba hermano al sol, hermana ala luna, hermana a la tierra, herma- no al fuego, hermanas a las avecillas, hermano al lobo, hermana a la enferme- dad, hermana a la muerte y hermanos a todos los elementos y a todos los se- res, formando una fraternidad que ni Orfeo, ni Moimodes ni la mitologfa pudo jamds excogitar. Con esta divinizacién de todo lo existente, form6 Francisco aquella profun- da jaculatoria Deus meus, et omnia! {Dios mio y todas las cosas! en la que se encierra la suma filos6fica y teolégica mds sublime que pudieron inventar los tedlogos y los sabios del mundo, y un panteismo ortodoxo tan admirable que une, sin confusi6én de substancias, todas las cosas en la mayor intimidad po- sible con el supremo tutor de los cielas y de la tierra. Y con esta demostraciéa practica de la unidad del principio de todo lo criado y bondad de todos los se- res, desaparecié el dualismo albigense y se alegré la creaci6n entera, que, al ver la concordia y la fraternidad de todos los seres, enion6 con admirable armo- nia el Cantico de/ Sol del Serafin de Asfs, que es el himno més sublime y me- lodioso que ha podido salir del corazén humano; y embelesado Dios de tan maravillosas y encantadoras armonias de la creacién, se detuvo con fruicién a contemplarlas; y entusiasmado por su belleza, bendijo de nuevo todos los se- res que habia formado, y que por medio de S. Francisco habian recobrado los encantos de la inocencia primitiva.

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