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DE TERCIARIOS FRANCISCANOS 51 nentisimos Purpurados, inicidndose asf un movimiento en el centro de la Orden, que llega a todos los confines del mundo, como llega a todas las _ orillas el mo- vimiento de las ondas iniciado en el centro de un lago tranquilo y apacible. Y aqui estamos nosotros envuelfos en esa onda, mejor diré, en esa ola gi- gantesca de franciscanismo, que ha rebasado las fronteras y ha traspasado las montafas. Esfa ola gigantesca no es mas que un fenédmeno o manifestacién de la. vida exuberante de la Orden Franciscana; y como tal, es un movimiento esponténeo de marcada naturalidad. Ha sido menester organizarlo, es cierto, para que prestara toda la fecundi- dad que de él tenemos derecho a esperar, como espera el Papa, segtin lo con- signa el Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo de la Diécesis en una Circular ha pocos dias publicada; pero yo os ruego que no os fijeis en mi humilde persona aunque os digan que soy el iniciador de este Congreso; poned vuesiros ojos en Dios a cuya bondad hemos entonado una frase de accién de gracias; poned vuestros ojos en San Francisco, imaén poderoso que entrafia fuerza para atraerse la atencién del mundo sediento de paz. Y si quereis, pronunciad conmigo una frase de elo- gio a la Junta Organizadora, cuyo acierto y cuyos esfuerzos puede decirse que estén ya coronados con el éxito mds lisonjero, como lo pregonan siete mil congresistas de todas las clases sociales, més de setenta Memorias de las que la mayor parte son trabajos perfectos elucubrados por inteligencias disciplina- das; oradores cultisimos especializados en estudios franciscanos; y el orden que resulta de la acertada disposicién de los iltimos y mds _ insignificantes de- talles. Finalidad del Congreso Pero gpreguntais por la finalidad del Congreso y qué debemos esperar de él? Permitidme que os pregunte a mi vez: gpara qué agita un jardinero con sus manos las flores de su jardin? 4No es por ventura para que presten con mds intensidad su aroma y lo difundan por el ambiente? Ahora bien; los Terciarios deben ser bonus odor Christi, buen olor de la virtud de Cristo. Y hay que tocarlos, hay que moverlos, hay que agitarlos para que difundan el buen olor de Cristo, como lo ha dicho el Papa con idénticos términos en su-citada Encifclica. Extiéndanse y difindanse por el ambiente. para impregnar las almas aquel espiritu de ardiente caridad, de herdéico renunciamiento y de voluntaria pobreza de San Francisco, de San Pedro de Alcantara y del Beato Luquesio; aquella inocencia y pureza angelical de San Antonio de Padua y de San Félix de Can- talicio; aquella resignacién en la adversidad y en las persecuciones, de San Fi- del de Sigmaringa y de Santa Isabel de Hungrfa; aquel espfritu de penitencia del Beato Bernardo de Corleén y de Santa Margarita de Cortona; aquel espfritu de concordia de Santa Isabel de Portugal; aquel celo apostélico de San Francisco Solano y del Beato Diego de Cadiz y del Venerable Carabantes; aquella forta- leza en confesar la fe, de los cinco primeros martires de Marruecos; aquel arro- jo y espiritu marcial en defensa dela Religién, de Santa Rosa de Viterbo, de San Juan de Capistrano y de San Lorenzo de Brindis; aquella acendrada pie- dad y acrisolada constancia de Santa Juana de Arco y de San Fernando de Castilla. He ahi nuestro Programa. Nos lo ha trazado el Vicario de Jesucristo. Nos lo han ensefiado nuestros Superiores mayores. Y nosotros queremos realizar-

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