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10 CONGRESO REGIONAL rdfico Sol, que como canté Dante, sobrepujé en resplandor al que nace cada mafiana baidndose en las aguas del Ganjes. La caridad, la paz, la fraternidad mas sincera ensefioredronse de la legendaria Jrwfia en nombre de aquel Santo «cuyos pies desnu- dos y Uagados corrieron, como los de Jesucristo, por todos los caminos en busca de pobres que consolar; cuyas manos abiertas y Uagadas acari- ciaban y bendecian; cuyo corazén Uagado amaba intensamente a Dios y a los luceros y alas flores y a los bosques y a las fieras y al hombre y a la tértola y al fuego y al dolor y a la enfermedad y ala muerte, aman- do a Dios Padre nuestro y a todas las criaturas Hermanas.» (1) Pamplona no recuerda ni ha visto espectdculo religioso de la magnitud de este Congreso. Asi se expresaban los pamploneses, sin saber salir de su admiraci6n. Esto no es un Congreso Regional, es un Congreso Nacional, de- cia lleno de asombro el Ilmo. Sr. Obispo de Jaca. Si San Francisco pudiera perder su humildad, la perderia hoy, al verse aclamado por tan ingentes muchedumbres, exclamaba uno de los mas piadosos caballeros de Pamplona. Ni los mismos organizadores sofiaban en un éxito tan colosal, repetian algunos sefiores Sacerdotes al dia siguiente del Congreso. Pero conste que los organizadores no solo sofidbamos en éxi- to tan brillante, sino que lo teniamos previsto muchos dias antes del Congreso. Conocemos a nuestros Terciarios de Navarra-Cantabria, co- nocemos el espirifu serdfico que informa al pueblo sencillo y cris- tianisimo de esta hidalga region. La disciplina de que han dado muestra nuestros Terciarios acu- diendo al Congreso de Pamplona, no es fruto de apremiantes ex- citaciones de ultima hora; es mas bien fruto de una labor callada pero constante y sistematica que viene realizandose desde hace me- dio siglo, merced a la cual se ha formado un ambiente serdfico in- tensisimo en la vasta region de Navarra-Cantabria. Teniamos franca y sincera confianza en la docilidad, obedien- cia y abnegacion de nuestros Terciarios. Sabiamos que nuestras esperanzas no eran vanas ilusiones. Para dar una idea de la excepcional importancia de nuestro Congreso, basta enunciar los hechos: Numero de Congresistas: seis mil quinientos. Lo sabemos, como es natural, por el numero de insignias distribuidas, asi como por las cuotas recibidas. (i) Le Brun. Prélogo a «San Francisco y su Misién Social» por el P. Venan- ce, Capuchino.
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