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DE TERCIARIOS FRANCISCANOS 119 lla exhortaci6n de San Pedro en su segunda carta: Crescife in gratia et in cog- nitione Dni. nostri Jesuchristi: y porque no le conocen, no tiene su apostolado la eficacia que desean, ni atinan en los medios ni en los procedimientos, ni pro- gresan ellos mismos en la virtud y en una piedad sd/ida. Reflexionemos un poco sobre los planes de Dios en la Encarnacién de su Verbo. Vistidse el Verbo divino de nuestra carne y se hizo Hombre, habitando entre nosoiros que somos ya sus hermanos; acercése ya la Divinidad a los hombres, poniéndose en contacto nuestro, mediante la Sma. Humanidad de Je- stis con todas sus gracias, su benignidad y sus atractivos. Jn Ipso inhabitat omnis plenitudo divinitatis corporaliter (Colos. \!). Asi vemos y tratamos a Cristo Hombre imagen de Dios invisible, esplendor de su gloria, y y figura de su substancia haciéndose visible y tangible a nosotros la Divinidad: por lo cual _ decia el Sefior: Philippe, gui videt me, videt et Patrem meum y \os Apéstoles no veian la divinidad del Verbo sino la Humanidad de Jesucristo. Apareci6 pues Jestis en el mundo, hombre perfecto, con un cuerpo y una alma como la nuestra, unos sentimientos como los nuestros, para divinizarnos a todos comunicandonos por el trato sencillo y humano las riquezas de su di- vinidad. Pero puede decirse en cierto sentido que Jos suyos no le recibieron. Atentos a su divinidad, sus hermanos los hombres le trataban como a extfrafio, con esa distancia, ese espiritu de temor y esa reserva que fiende a hacer fraca- sar los amorosos planes de Dios, pues pensamos en que la divinidad descen- dié a nosotros en la Humanidad del Sefior: tenemos en cuenta que Jesiis es Dios pero no tenemos en cuenta que es Hombre: |e damos el culto que reclama su divinidad, pero no le concedemos la confianza, la sencillez, el trato humano, verdaderamente humano que exige su Humanidad. Y sin embargo anhela ese trito: quiere como olvidarse de que es Dios para ser uno de nosotros, y solo posee su divinidad para favorecernos con ella; no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. Lease l|a historia evangélica y se vera cémo Jestis se complacia en ser tratado como si no supiera todas las cosas, como si fuera un hombre a quien hubiera necesidad de contarle lo que no en verdad podia ignorar siendo quien era. . No tenemos en cuenta que es hombre, que en cuanto hombre es cabeza de los angeles y de los hombres por la plenitud de su gracia y de su gloria, que en cuanto hombre es mediador entre Dios y nosotros, que en cuanto hombre se qued6 en la Eucaristia ya que su divinidad se halla en todas partes, pero en el Augusto Sacramento se halla su Humanidad e hipostaticamente unida a ella su Divinidad. : En ese trato humano y sencillo con Jests principalmente en la Eucaristia estén los secretos de nuestra santificaci6n, por ese frafo humano poseemos to- dos los fesoros escondidos de la sabidurfa y de la ciencia que dice San Pablo; en ese frafo humano y sencillo se adquiere el espiritu de fé, contrario al natu- ralismo de nuestros tristes tiempos: ese trato humano y sencillo con Jestis pro- duce y exige al mismo tiempo una puseza de coraz6n que es mayor cuanto ma- yor es el contacto con el Sefior; con ese frafo hAumano se enciende el corazon, se intensifica la vida interior, tan contraria al espiritu del mundo, se diviniza el alma y se vive esa vida cristiana, puramente cristiana. Por eso Dios al hacerse hombre y querer ser tratado como hombre, aficio- nandonos con las dulzuras y los atractivos de su Coraz6n, puso Ja oracion, /a santidad mas elevada, la vida interior, la posesién de la divinidad al alcance de Jos humildes, de Jos sencillos, de los ignorantes; dando prueba de su infini- to amor y deseo de comunicarse, Gracias Padre porque escondisfe . esfas co-

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