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DE TERCIARIOS FRANCISCANOS 101 divino Salvador, y a este efecto, para concretar mejor nuestro pensamiento so- bre esto, citaremos las palabras de la Virgen Santifsima a un alma devota: «Es voluntad de mi Hijo y mia, que todos los viernes del afio, de doce a tres dela tarde, se dedique una hora a meditar los dolores que mi divino Hijo sufrié es- tando enclavado en la Cruz y los dolores que padeci yo viéndole morir de aque- lla manera. Los tiltimos viernes de cada mes se hara esta hora publica y solem- nemente en las iglesias; los dem4s viernes se haré en privado, cada cual como mejor pueda.» 4. Como Jestis dié a Santa Margarita Marfa Alacoque por gu/a de la de- vocion al Sagrado Corazén aN. P. S. Francisco de Asfs, es preciso también que nosotros tomemos a éste Serafin Abrasado como gufa, modelo y protector en tan santa y sublime devocién: per Franciscum ad Jesum. 4. Fr. Mariano de Sangtiesa, Capuchino. La devocién al Corazén de Jesus, en las Orde- :: nes Franciscanas. :-: ——e Hace notar el joven y culto \Capuchino citando las palabras de un sabio Padre Jesuita, que «todo lo que ha brotado en la Iglesia desde los dias de San Francisco, 0 es franciscano 0 esta impregnado del espiritu franciscano.» Dice que la devocién al Corazén de Jestis no es exclusivamente francis- cana, pero es netamente franciscana. El primer enamorado del Sagrado Corazon apellida Fr. Mariano a _ San Francisco. Trae un hermoso texto de Fr. Juan de los Angeles: «Entre las uniones naturales la mas perfecta es la del cuerpo con el al- ma... Pues tan estrecha fué la unién de Cristo y Francisco y mucho mas. Juntélos tan de veras el amor e hizolos tan unos que no solo los afectos de alegria de Cristo, con que muchas veces era regalado Francisco y salia de si, sino sus llagas y dolores le comunicé. Fué Cristo el alma de San Francis- co, y Francisco cuerpo de Cristo. Dos transformaciones visibles ha obrado el amor con que declaré bien su virtud, conviene a saber: de Dios en el hom- bre y de Francisco en Dios... Tenia S. Francisco dentro de si a Jesucristo llagado y en la cruzpor continua meditaci6n e imitacién y sacdle afuera el a- mor ; y apareciendo Cristo, desaparecié Francisco, porque no ya Francisco, sina Cristo regia y gobernaba aquel cuerpo y alma bienaventurada de Fran- cisco.» (1) : Recuerda la visién que tuvo Santa Margarita Alacoque en la que el Co- raz6n de Jestis le propuso por modelo a San Francisco. Va citando después una numerosa galeria de santos de las Ordenes Franciscanas que cultivaron esta devocién o fueron apdstoles de ella: San (1) Didlogos de la Conquista del Reino de Dios. c. VI. “ .
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