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98 CONGRESO REGIONAL ver Nuestro Sefior a éste gran Santo revestid » de una luz y resplandor incom- prensible y encumbrado a un grado eminente de gloria sobre los demas Santos a causa de su conformidad con la vida pac ente de nuestro divino Salvador y del amor que tuvo a su santisima Pasién; amor tal, que moviéa este divino Amante crucificado a imprimirse en El, mediante la impresi6n de sus sagradas llagas. Merced a esto, tué uno de los mayores privados de su Sagrado Cora- z6n, el cual le habfa concedido un gran poder para alcanzar la aplicacién eficaz de los méritos de su sangre preciosa, haciéndole en algin modo distribuidor de este divino tesoro, a fin de aplacar a la divina justicia, cuando irritada ésta contra los pecadores y pronta a castigarlos, se ofrece a ésta divina cdlera de un Dios enojado, como si fuera otro El, oculto en el interior de su Hijo crucifi- cado; por cuyo amor logra a menudo que ceda el rigor de su justicia a la ‘dulce clemencia de su misericordia, especialmente en favor de los religiosos, que han decaido en la observancia regular, por quienes estaba postrado y gemifa sin ce- sar, como respecto de los desérdenes de cierta Orden particular, que hubiera pa- decido grandes. castigos a no haberse interpuesto éste gran valido de Dios. Des- pués de haberme hecho todas estas cosas este divino Esposo de mi alma, en prenda de su divino amor, nos dié a éste Santo por gufa, a fin de que me dirija’ en los trabajos y padecimientos que han de sobrevenirme. (Vie et ouvres, f. 1.) De lo dicho se infiere que San Francisco de Asis le ayudaria visiblemente y le guiarfa en los embates que después sufrié Santa Margarita Maria; pero no hemos visto en su vida nada de esto. Quizé en los documentos Confemporai- nes y en el Archivo se encuentre algo de ello, y seria un hallazo muy impor- tante para completar la misi6n que San Francisco desempefié en la devocién y culto al Sagrado Corazon de Jestis. Es también lastima, que los biégrafos dela Santa no hayan hablado mas de San Francisco de Asfs, si bien no dicen poco en las siguientes palabras: «Mayor fué sin comparaci6n el nuevo auxilio que re- cibiéd Margarita, en medio de sus dudas, zozobras y contradiciones, con sefia- larle Jesucristo por especial protector al glorioso Patriarca y Serafin de Asfs.> (Capit. XXX.) El objeto de este culto Nadie duda que el Corazén, unido hipostaticamente al Verbo divino, mere- ce el culto absoluto de latrfa. Pero es diffcil determinar el objeto formal del culto del Sagrado Corazon de Jestis. La Iglesia se contenta con presentarnos el Co- razon divino como s/mbolo de/ amor, y los tedlogos no estén conformes en otros detalles. «Todas las devociones que conciernen ala sagrada humanidad de Jesucristo, dice el P. Gallifel, tienen dos objetos: el primero, sensible y cor- poral; el segundo, invisible y espiritual; pero unidos entre sf... El divino Cora- z6n, considerado como de carne material, no es mas que su objeto sensible, di- ce el P. Croisset; el objeto principal es el amor inmenso que Jesucristo nos ftie- ne; mas por ser éste amor del todo espiritual, ha sido necesario buscar un s{m- bolo que le haga sensible. He aqui, pues, lo unico cierto que sabemos del objeto del culto del Sagrado Coraz6n: es simbolo de amor; sfmbolo que no entienden los tedlogos y mucho menos la gente sencilla del pueblo. Conviene, pues, no separar esta devocién del objeto real y plastico, por decirlo asf, de la Pasién de Jestis y de otros he- chos de vida del divino Redentor. En caso contrario resulta este culto demasia- do absiracto y vago, inasequible a la mente humana, y un simbolo que abarca demasiado, para que lo pueda digerir la devocidn de los fieles. Separar este . ‘ieee See re at Jp isaiene ae 0 bpCLL aaa ee TT A aliee i “pga acl

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