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DE TERCIARIOS FRANCISCANOS 95 Como conclusién de su bien escrita Memoria, propone el Padre Mur- chante: 1.° Que se establezcan los Jueves Eucaristicos entre los Terciarios, donde pueda parecer conveniente. 2.° Que el Congreso pida a la Santa Se- de humildemente que se imponga en la Regla mayor ntimero de Se nes, siendo semanales y no mensuales. La segunda conclusién parecié’ a la Mesa algo atrevida: fia mil terciarios de una regién no pueden pedir la modificacién de la Regla para to- da la Orden. Aunque toda la Orden lo pidiera, es seguro que el Papa no la concederia; porque la comunién mensual se acomoda muy bien ala genera- lidad de las personas, y no es prudente imponer mayor ntimero de comunio- nes. Los que se sientan con fervor para comulgar mds frecuentemente, con- sulten con su Director espiritual. Y con su consejo adopten la comunién se- manal o diaria. Pero una imposicién en este sentido no es prudente. j Ademas no hay necesidad de imposiciones. Basta el consejo insistente para conseguir que nuestros Terciarios comulgen con frecuencia siendo el - numero de comuniones seftalado en la Regla, el minimun de veces que deben comulgar. 8. Rmo. P. Andrés Ocerin-Jauregui El Corazén de Jesus y la Orden Franciscana El Congreso Terciario Regional de Pamplona, en Ia primera secci6én, tema quinto, propone, entre las principales devociones del Terciario, la del Sagrado Coraz6n de Jestis, y sobre esta devoci6én queremos escribir algunas lfneas, a fin de que los Terciarios Franciscanos no se aparten de su modo de ser antiguo y tradicional, por las corrientes modernas y sensibilistas, que todo lo reducen a un sentimentalismo exagerado, superficial y peligroso. La Orden Franciscana, como pone por base teolégica la Encarnacién del Verbo divino antes del pecado de Adan, eleva el amor del Corazén de Jestis a todo lo imaginable y lo coloca en el orden ontolégico anterior a todo lo exis- tente, deduciendo de ello consecuencias sublimes, bellisimas y muy prdacticas. Las palabras omnia et in omnibus Christus de San Pablo, las hallamos_ escri- tas en toda la historia del mundo, de la Iglesia, en los corazones de los fieles, en las obras de los Santos Padres, hasta que en la Edad Media recibi6 un im- pulso extraordinario esta devoci6n particular y personal a Cristo, devocién que en siglo XVII creé en Francia por medio de los hijos de San Francisco, la es- cuela de la vida interior en Jestis, preparando asi el camino a la gran revelaci6n del Sagrado Coraz6n del Divino Redentor. La Religion Serafica es por antonomasia /a Orden de Amor. Su alma, su caracterfstica, su distintivo y diferencia especifica es la pobreza de Jesucristo; pero su forma manifestativa es el amor. Hasta en las cuestiones filosdéficas y teolégicas da preferencia a amor, al afecto, al la voluntad sobre el entendimien- to; y por esto dice el protestante Paul Sabatier, que ningun hombre llevé6 a cabo
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