BCCPAM000522-3-10000000000000

DE TERCIARIOS FRANCISCANOS 91 érdenes, aduciendo los pretextos faciles de los que no quieren obedecer: que no es el Papa el que manda, sino los que estdna su lado; no se limita al campo en el que debe ejercer su potestad. No se antepone a la autoridad del Papa la de otras personas por doctas que sean, cuando disienten del Papa, ~ Jas cuales si son doctas no son santas, porque ningtin Santo puede discutir del Papa...» La obediencia al Papa no basta; hay que obedecer alas demas autorida- des eclesidsticas, no solo en los mandatos de riguroso precepto, sino en las disposiciones que adopte; hay que evitar la critica y la discusién, porque pa- ra juzgar de las disposiciones del Superior faltan tres cosas: conocimiento exacto de los sujetos, vista del conjunto de circunstancias, gracia de voca- cién. La tercera parte esta suficientemente probada por el autor. Aduce va- rios argumentos: el Derecho Canénico, el cual exigiendo a los Terciarios que se esfuercen por imitar el espiritu de la Primera Orden aspirando a la perfecci6n cristiana, parece exigirles el espiritu de sumisién a la Santa Se- de, sin el cual no seria posible la santificaci6n. ; Ademas cita las palabras de Pio X dirigidas al Rmo. P. General de los Franciscanos de la Observancia: «Una de las cosas laudables de la Orden Tercera ha sido el amor y veneracién singulares que siempre ha tenido el Romano Pontifice.» (Litt. Abril 1909.) Cita finalmente el ejemplo de San Francisco, que quiso someter sus Reglas a la aprobacién de la Sania Sede, aunque entonces no existia ley alguna que lo exigiera. Conclusiones. 1.° Acatar, sin distingos de ningtin género las disposiciones que emanen de la Sede Apostélica y del Propio Prelado. 2.*° Cada Terciario, como demostraci6n de amor al Papa, contribuya anual- mente con alguna cantidad al dinero de San Pedro. 6.—D. Porfirio San Martin, Alumno del Se- minario de Pamplona. La Memoria del aventajado alumno del Seminario es en su primera par- te una acabada demostracién de los fundamentos divinos en que se apoya la autoridad de la Iglesia. Cita después varios hechos histéricos para probar cémo la autoridad de la Iglesia tiene la asistencia especial del Espiritu San- to y que las puertas del infierno no podran jamas prevalecer contra ella. Hace mérito del apoyo que las Ordenes franciscanas han prestado siem- pre a la Iglesia, siguiendo el espiritu y voluntad de San Fraucisco. Mencio- na el decidido empefio con que todos los primeros Terciarios militaron en el partido de los giielfos que era el defensor de los derechos del Papa. Final- mente recuerda el hecho de que cuando a raiz de la semana roja de Barce-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz