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90 CONGRESO REGIONAL su corazén un intenso amor al prdjimo y espiritu profundo de caridad. Refie- re a este propésito varios episodios de la vida del Serdfico Patriarca. Consecuencia de este amor era su espiritu de total renunciamiento, a- quella pobreza absoluta voluntaria que asombr6 al mundo y despertdé tan po- derosamente la atencién de los fieles hacia su persona. Sin el espiritu de po- breza, no tendra explicacién suficiente, dice el autor, el entusiasmo que San Francisco desperté entre las masas populares. San Francisco, al fundar sus Ordenes quiso que sus hijos practicaran es- tas virtudes. Asi pues, todo Terciario debe distinguirse: por su amor a Dios y por su amor al préjimo por Dios. En consecuencia debe tener cuidado de cumplir uno de los deberes que impone la caridad y es: dar buen ejemplo. También el espiritu de pobreza debe ser un distintivo del Terciario; en consecuencia debe huir del lujo desmesurado. En cuanto a la sumisién a las Autoridades Eclesidsticas, no se concibe que un cristiano quiera llamarse Hijo de San Francisco sin esforzarse por imitar al Santo que sintié respetos tan profundos y sumisién tan omnimoda a la Santa Sede, 5.—M. Iltre. Sr. D. Fermin Goicoechea, Prior de la Real Colegiata de Roncesvalles La profunda piedad y erudicién eclesidstica que hemos tenido ocasién de admirar en los escritos y conferencias del Sr. Prior de Roncesvalles, no han sido desmentidas en la Memoria que se digné presentar para ilustrar la ulti- ma parte de este tema. , Divide su trabajo en tres partes. 1.* La dignidad mds sublime. 2.* Su- misién y obediencia absolutas. 3.° La sumisién obediente de los Terciarios debe ser mas acabada que la de los fieles en general. Con argumentos teolégicos prueba la primera parte demostrando que el Papa es Doctor universal, Legislador y Juez. Descendiendo a la dignidad episcopal dice con el Papa Benedicto XV, citando unas palabras de aquel Papa dirigidas al Cardenal Mercier: de la misma manera que el Romano Pontifice es el Jefe Supremo de la Iglesia universal, los Obispos son los Je- fes de las iglesias particulares. La segunda parte de su Memoria es, como dice el Sr. Prior, una conse- cuencia de la primera. La obediencia al Papa debe ser absoluta e incondicio- nal; debe abarcar no solo las cosas de fe y de riguroso mandato, sino tam- bién las indicaciones, los consejos e insinuaciones sobre cualquiera cuestién en la que desee orientarnos. Cita a este respecto unas palabras que el Papa Pio X dirigié a los representantes de la Unidn Apostolica el 18 de Noviem- bre 1912: «Cuando se ama al Papa, no se discute sobre lo que él dispone o exige, ni hasta donde ha de llegar la obediencia que se le debe y en qué co- sas se le ha de obedecer,.. Cuando se ama al Papa, no se ponen en duda sus
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