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a ER A AA ! 1 q E MÁ 1 A Wa ordinario no quieran disputar y repetir, los que rehusen ser examinados y los que descuiden sus ejercicios espiri- tuales, sean gravemente corregidos y castigados al arbi- trio del P. Provincial; y si no se enmiendan, y son de votos simples, écheseles de la Orden; mas, si son profesos solem- nes, no se les ordene in sacris, y si están ordenados, se les castigue gravemente; y si persisten en su obstinación, sus- péndaseles a divinis, como rebeldes á la obediencia; y pro- bada su incorregibilidad, sean expulsados de la Orden. 172. No pretendan los estudiantes adquirir la cien- cia que infla y ensoberbece, sino aprovechar en la lumi- nosa y ardiente caridad de Cristo que vivifica y humilla á las almas; ni se entreguen tanto al estudio de las letras que por él se resfríen en el de la santa oración, porque obrarían contra la expresa voluntad de N. P. S. Francis- co, el cual no quería que esta se dejara jamás por afición desmedida al estudio; antes bien, para alcanzar mejor el espíritu de N. Sr. Jesucristo, pongan tanto los Lectores como los estudiantes mayor cuidado en el espíritu que en las letras, porque sin aquel no se alcanza la verdadera sabiduría, sino la simple letra que ciega y mata. (1) 378. Y como el resultado bueno -ó malo de los estu- dios, depende principalmente de la idoneidad de los Maes- tros, pongan los Ministros Provinciales y Definidores gran cuidado en la elección de Lectores y Profesores, los cua- les, según la costumbre de las Provincias, se elegirán en- trelos predicadores solemnemente profesos que sobresalen por su ciencia, piedad, agudeza de ingenio, doctrina, fa- cilidad en comunicarla, amor al estudio y vida ejemplar. Atiendan también y vigilen sobre la enseñanza que dan los Lectores, y aparten de su cargo á los que tienen doc- trinas erróneas y peligrosas, se muestran aficionados á dañosas novedades, no responden al fin de su elección, Ó no ejercen su oficio dignamente y con aprovechamiento de sus discípulos. (2) U Cor., 1, 6.