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e O DAI a A a PP — 56 — ajenas que en las nuestras, máxime si por esto se hubiese q de ofender la santa pobreza. 909. En nuestras Iglesias no haya más que una cam- pana de setenta kilos próximamente; la sacristía sea Ccó- moda, pero pequeña, guardada con fuerte llave, y no fal- ten en ella los cálices y ornamentos necesarios. En los frontales, manteles y adornos de los altares no se use oro, ni plata, ni cosas demasiado ricas y primorosas, se- gún la Clementina, (1) y en todo haya suma limpieza, es- pecialmente en los ornamentos sacerdotales, los cuales en el color, materia y forma,deben ser conformes á lo dis- puesto por la Sagrada Congregación de Ritos. (2) Los cor- porales y purificadores sean blanquísimos y limpísimos; ' los candeleros de madera torneada; y los misales, brevia- rios y demás libros nuestros estén modestamente encua- dernados y sin registros curiosos. 1OO. Procuren los religiosos que ni en las cosas que miran al culto divino, ni mucho menos en nuestros edifi- cios y utensilios, aparezca primor ó superfluidad alguna, pues, como dice Clemente V, (3) mejor quiere Dios y más se deleita en un corazón puro y en santas obras, que en cosas ricas y bien adornadas; por lo cual debemos advertir que en las cosas que usamos resplandezca la altísima po- breza,que nos aficiona á los bienes celestiales, en los cua- les éstá nuestro tesoro, delicias y gloria. Por esto se prohi- be recibir objetos de oro y plata,exceptos los cálicesy va- sos sagrados, el ostensorio ó custodia en que se expone el Santísimo, la ampollita del Santo Oleo, el Sagrario y los velos ton que se cubren los tabernáculos y los cálices. Los PP. Provinciales, cuando hacen la visita, si hallan cosas preciosas, supérfluas y curiosas, castiguen á los que la hubiesen recibido, como á desobedientes y poco amantes de nuestra simplicidad; y haga que se devuelvan á sus dueños, si estos son conocidos y se reservaron la propie- * de as a AD a 7 S A AS A A E a lr A A z (1) Clem. V, ibid.. (2) S. Rit. Congr., 17 Dec. 1888. (3) Clem. V, 3 ut supra.