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ción recta y puede hacerlo sin daño de su salud, no se lo prohiba, antes bien le exhorte á proseguirlo, con tal que coma á la mesa con los demás: y en señal de pobreza no se usen manteles en nuestras mesas, sino una servilleta para cada uno. '7O. Guárdense los religiosos de admitir en el refec- torio á ningún seglar para comer con ellos, excepto cuan- do no se pueda evitar sin algún perjuicio ó mucha admi- ración; y entonces, según costumbre, se lea, como de or- dinario, se observen las debidas ceremonias y se le trate moderadamente, conforme á nuestro estado, "71. Ningún religioso se atreva á comer, así dentro como fuera del convento, sin la licencia y bendición del Prelado, ó del Padre que presidiere, si el Prelado está ausente. > "72. Como aquellos que se aficionan á las fiestas del mundo fácilmente se manchan, ordenamos que los reli- giosos no vayan á ellas mas que para predicar la pala- bra divina ó ejercer algún ministerio espiritual, á imita- ción de Cristo, nuestro único Maestro, recordando que, según el Apóstol, (1) servimos de espectáculo al mundo, á los ángeles y á los hombres; y procuren dar de sí tan buen ejemplo, que por ellos sea Dios glorificado. 78. Aconsejamosá nuestros Prelados que usen de prudente rigor en dar obediencia á sus súbditos para viajes, los cuales no se pueden realizar sin gastos de di- nero, detrimento de la vida espiritual, admiración de los seglares, y menoscabo de la disciplina regular en los con- ventos; y de esta prudente severidad usen también cuan- do se trate de peregrinaciones devotas. Para que en este punto se proceda ordenadamente y se eviten los abusos por parte de los súbditos y de los superiores, mandamos que ningún religioso emprenda viaje alguno sin verdade- ra necesidad y obediencia de su Prelado autorizada con el sello Provincial ó local, para lo cual cada convento de- (1) L Cor. IV, 9.

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