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co —; gls Santísima; y en el coro no se añadan otros rezos, para que los religiosos tengan tiempo de atender á la oración privada y mental, muchó más provechosa que la vocal. 38. Porque N. Santo Padre, todo católico, quiso, co- mo lo expresa en el principio y fin de la Regla, que los religiosos tuvieran especial reverencia al Sumo Pontífice, como Vicario de Cristo en la tierra, y asimismo á todos los Prelados y sacerdotes; se recomienda á nuestros reli- giosos que, además de las oraciones comunes, cada uno en las suyas particulares y privadas pida á la divina cle- mencia por el feliz estado de la Iglesia militante, y por el sumo Pontífice, para que Dios le dé la gracia de conocer claramente, querer con eficacia, y ejecutar con resolución todo cuanto ceda en gloria y honoryde su Divina Majes- tad, salud del pueblo cristiano y conversión de herejes é infieles. Lo mismo hagan por los Emos. Sres. Cardenales, Rvmos. Obispos y Prelados inmediatamente sujetos al sumo Pontífice, por los Reyes y Príncipes cristianos, y por todo el mundo, especialmente por nuestros Superio- res y bienhechores, á quienes estamos más obligados. 509. Además de esto, sabiendo que el silencio es la guarda fiel del espíritu adquirido, y que, según Santiago, es vana la religiosidad del que no refrena su lengua; (1) se ordena que siempre, en cuanto lo sufre nuestra fragili- dad, se guarde el evangélico silencio, recordando que, co- mo dice la Verdad infalible, Jesucristo Nuestro Señor, de toda palabra ociosa daremos cuenta en el día del juicio. (2) Y no es pequeña falta que nuestra boca hable cosas mun- danas sin necesidad, estando nosotros consagrados y de- dicados al culto divino y recibiendo contínuamente de Dios gracias y beneficios. GO. Elsilencio regular sea perpétuo en la Iglesia, - coro, sacristía y dormitorios, donde no es lícito hablar sin necesidad; y en necesitándose, se hable con brevedad y voz baja. En el refectorio, desde la primera señal de la TAN IRA AA LIA A MA 4 ig A q 4 A A (1) Jacob.1, 26. (2) Matth. XII, 36, A

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