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La o ale o o E A cir; que los envíen á los Obispos en cuyas diócesis están de familia y no á otros, excepto el caso en que el Dioce- sano esté ausente ó no quiera dar órdenes, que entonces pueden enviarlos á otros Obispos; y, enviándolos, hagan expresa mención en la obediencia de la ausencia ó impe- dimento del Diocesano, del cual deben procurar obtener in scriptis el certificado de que no dá órdenes. (1) sa. Los coristas y sacerdotes prevengan aquello que han de leer públicamente en la misa y oficio divino, (2) pa- ra que no turben á los presentes, con desdoro de las co- sas sagradas, ni provoquen contra sí á los ángeles que asisten á las divinas alabanzas. 38. Y porque la misa es un acto sumamente divino, recomendamos encarecidamente á nuestros sacerdotes que, para eelebrarla, no pongan la mira en algún favor, gloria humana ó provecho temporal; sino que con puro, recto y limpio corazón atiendan solamente á la gloria de Dios, celebrando por pura caridad, con humilde reveren- cia, fé y devoción, preparándose para ello cuanto puedan, sabiendo que se da por maldito en las divinas letras al que hace las obras de Dios con negligencia; (3) pues, por ser aquel acto augustísimo sobre todos los demás, suma- mente se desagrada á Dios, cuando se ejercita sin reve- rencia. Por esto queremos que los Superiores corrijan á los que celebran con precipitación ó inconsideradamente la misa; y si no se enmiendan, sean castigados. Y no bus- quen premio alguno en la tierra por celebrar, á imitación de Cristo, sumo Sacerdote, que sin ningún premio tempo- ral se ofreció á sí propio en la dura Gruz por nosotros; antes bien, por eso mismo deben reconocerse más estre- chamente obligados para con Dios. Y los Superiores, al recibir la limosna de la misa, con las debidas cautelas, según las necesidades de los religiosos, observen exacta- mente los decretos pontificios. (1) Bened. XIV, Impositi Nobis, 1714. (2) Reg. S. Benedicti, cap. XIX. (3) lerem. XLVIII, secundum traslat. Septuagint.