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0 ¿ón 209. Nuestro vestido conste de un hábitoconcapucho, así como lo expresó N. S. P.en su Testamento, diciendo expresamente de sí y de los religiosos: Estábamos con- tentos con una túnica remendada por dentro y por fuera; además, de una segunda túnicasin capucho, (1) ó tunicela de lana; y, si fuere necesario, también del manto, que se ha usado siempre en la Orden. SO. Afin de que en todas las Provincias de la Orden resplandezca la uniformidad en cuanto á la materia, for- ma y color del hábito, queremos que los Prelados sean vigilantes en no permitir que los religiosos usen otros vestidos; y castiguen con santo rigor á los que sin ver- dadera necesidad y licencia usen ropa de lino ú otra materia no conveniente á nuestro pobre estado: recorda- mos aquí, que no es lícito vestirse de seglar, ni quitarse el hábito, sino en caso de grave necesidad, y si puede ser, con licencia del Prelado. Tampoco es lícito dar nuestro hábito á seglares, más que para servirles de mortaja, cuando lo pidan por devoción; y aun entonces no se con- ceda con facilidad, si no lo reclaman de consuno la pie- dad y condiciones del difunto. 31. Llévese con uniformidad la corona ó rosario de la Virgen Santísima colgado de la cuerda, y sea hecho de madera, como la cruz del mismo. 32. Y para que la: pobreza tan amada del Hijo de Dios, virtud que el seráfico Patriarca nos dió por madre, resplandezca en todas las cosas de nuestro uso, se orde- na que los mantos no pasen de la extremidad de las ma- nos, ni tengan capucho. Los hábitos en largo no pasen de la parte superior del pie, y de ancho pueden tener has- _ta 29 decímetros: las mangas pueden llegar hasta mitad de la mano, y no sean más anchas de lo que se necesita para meter y sacarlos brazos: las túnicas ó tunicelas sean de lana, sencillas y pobres: la forma exterior del capucho debe ser aguda, como se muestra haberlo sido el de (D) Nic. III, Exiit; Clem. V, Exivi. z ae

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