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RE puesto todo. temor, y secundando Vuestros deseos, cual si tuvieran un solo corazón y una sola alma, los Padres Capi- tulares nombraron una Comisión compuesta de seis Padres que, en unión del Ministro y Definitorio General, en nombre y con la autoridad del Capítulo, debía revisar las Constitu- ciones para presentarlas después á Vuestra soberana apro- bación. Y ahora, Beatísimo Padre, concluída esta obra, deposí- tola á Vuestras plantas, ante las cuales me postro, suplican- do que Os dignéis mirarla benignamente é infundirle espíritu y vida con la autoridad que de Dios habéis recibido. La Comisión, accediendo á los deseos de los Padres Ca- pitulares é inspirándose en las tradiciones de la Orden y ateniéndose á las normas por Vos traz: adas, ha estudiado con toda atención y diligencia lo que debía suprimir, modi- ficar ó añadir, conservando el primitivo y auténtico texto italiano y añadiendo una versión latina que desea se tenga también por auténtica. Las Constituciones que presento á Vuestra Santidad, en espíritu, substancia, forma y casi en la letra, son las mismas que ya aprobó Urbano VIII de feliz memoria; solamente se han modificado y corregido en aquellas cosas que exigían imperiosamente las circunstancias de los tiempos actuales y la disciplina eclesiástica vigente, á la cual han sido con todo cuidado adaptadas. Por lo cual la Comisión, al entre- gar las Constituciones, por ella revisadas, á los religiosos presentes y futuros, como á legítimos herederos de las san- tas tradiciones que durante siete siglos han informado la vida franciscana, se las recomienda cual tesoro inestimable, con tanta más razón, cuanto que podemos decir con San Je- rónimo: “No hacemos lo nuevo para destruir lo viejo, sino para consolidarlo,. Podemos asegurar que en las Constitu- ciones hemos alterado algo la letra, pero no el sentido; ha sido sustituida la corteza, mas no la médula; hemos introdu- cido nuevas palabras, no nuevo espíritu, porque siempre permanece puro el que comunicó el Seráfico Padre á sus afortunados compañeros. Tanto es así que, buscando la Comisión el medio de res- petar, en cuanto posible, la primitiva forma de las Consti- tuciones y suaspecto peculiar y originario, juzgó conducente 2

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