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Dedicaloria HA mi muy querido XK. R. P. A.: Voy á contestar 4 una pregunta que tú me haces y d ofra que le hago yo. ¿Quieres saber por qué escribí esto? Porque mi cargo me lleva con frecuencia á un establecimiento de sanidad, donde las mayores enfer- medades son la ignorancia supina de nuestra sacrosanta religión y el torrente de lecturas, no sólo protestantes y espiritistas, sino irreligiosas, inmorales é inmundas de los impíos autores Alejandro Dumas, Euge- nio Sué, Emilio 3ola y Victor Xugo; todo lo cual envenena las almas de los pobres enfermos y las deja heridas de muerte más que lo están sus endebles cuerpos. Así, pues, ruego á los sabios, á los literatos, que no busquen aquí pasto sustancioso para sus talentos. Agradézcanme el aviso que les doy de no perder aquí miserablemente el tiempo. Esto está escrito para los pobrecillos que por distraerse de sus dolores físicos, tan de lleno y dá gusto se entregan á toda lectura, esté ó-nó envenenada. Ahora, ¿quie- res saber por qué d tí dedico mi pobrísimo trabajo? Pues porque eres el que más indulgencia ha de conceder á la multitud de sus defectos. Esta que sería razón suficiente para la generalidad, no satisfará del todo á los que 'nos conozcan. Ellos dirán, que además de esa, hay otra pofísi- ma razón, y es porque «non tantum ex sanguínibus, neque ex volunta- te carnis, neque ex voluntate vivi, sed ex Deo nati sunt» el Agra- ciado y tE Ol Yutor. A) s 0 E Buenos Elizes 8 de diciembre de 1904.

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