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SUSO , CAPITULO VI Un médico excitadísimo encuentra nervioso d su cliente pacífico "FIL Dr. Sehorch escribía diariamente á Berlín el estado de ID? Orlando, y continuamente tenía contestación del Gene- LS | ral, de Martina ó de Raquel, en que se le preguntaba siempre cuándo podía ser trasladado. Esto no lo consideraba todavía oportuno el Doctor, pues si bien Orlando paseaba un poco y estaba animadisimo y contento, no le parecía bien hasta que estuviese en disposición de causar menos desagradable impresión su demacrado aspecto. Además, Orlando le había manifestado varias veces deseo de permanecer allí cuanto tiempo le fuese posible, aunque nunca le daba explicación del por qué. Schorch se acusaba á sí mismo de simple cuando se le ocurría, si aquella monja tan fea, como agradable en su trato, única que asistía á su cliente, sería la causa de aquella dilación. Cierto que había notado el agrado con que recibía de la herma- na medicinas y alimentos que á él casi siempre rechazaba; la gra- titud demostrada al menor servicio por un arreglo de la ropa, por un ponerle bien la almohada; y sobre todo la mirada tierna, curio- sa é insistente dirigida á su reloj y 4 la hermana cuando ésta se retiraba de la alcoba, como si reloj y hermana en algo se parecie- sen, ó como si consultase la hora para exigir momentos que le ro- baba y quisiese estar con ella. Pero esto ¿qué? ¿Qué podía él dedu- cir, qué quería concluir de todo esto? Nada. Pero la cosa se re- petía hacía tiempo.

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