BCCPAM000521-3-32000000000000

Novela histórica 69 —Pidele una y lápiz. El ayudante entregó una carterita de bolsillo y se retiró. Ya los banqueros Bamberg subían al tren á ocupar sus asientos. Ra- quel se acercaba al estribo y en él ponia el pie. Escribió cuatro le- tras sobre la firma del General y entregándole la tarjeta se subió al coche mientras él la leía. Raquel se detuvo en la ventanilla. Como el General la mirase extrañado del capricho, antes que subiese á despedir la familia, ella se puso un dedo en la boca, y le dijo: —Y no me preguntes por qué. Dime si la entregarás ó la en- viarás cerrada á la Superiora del hospital, y la harás cumplir. Es el único favor que te pido. Hereford creyó que habría dejado alguna encargada de recor- dar su ausencia á Orlando, y le respondió que sí, que no veía in- conveniente. El General se despidió de todos, y se puso en marcha el tren. Al día siguiente visitó el hospital, y entregó á la Superiora la tarjeta suya, pero escrita por Raquel, rogándola le diese cumpli- miento si no había inconveniente, y sin dar explicación. La Supe- riora, por autoridad propia sustituyó en breves días á Sor Francis- ca de Sales por Sor Leona; la monja que había parecido á la seño- rita Raquel muy negra, muy fea, y muy tonta. Pero era demasiado parecerle á Raquel; porque Sor Leona, de las tres cualidades que en tan alto grado le atribuía, tenía sólo la primera, y sólo á me- dias. De todos modos el General no conocía apenas el nombre de una ni de otra, pues cuando Orlando estaba tan mal, él no hacía sino llorar, y cuando se puso bien y hablaba, las Religiosas se sa- lían á su llegada. Le bastaba á él que cuidado por cualquiera estu- viese bien su hijo. La Superiora sí sospechó de donde venía el tiro, pero nada le importó y nada tuvo que oponer. Sólo Orlando extrañó el cambio, cuando un día y otro día dejó de venir Sor Francisca. Y él que en los 12 ó 15 días de asistencia jamás había estado en disposición de fijarse en las cualidades que tanto atormentaban á Raquel en Sor Francisca, desde la primera visita notó, se fijó y enamoró de la caridad sin límites, deda gran- deza de alma, de las palabras llenas de animación y alegría santa, de la inocencia increíble, del corazón hermoso de aquella pobre

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz