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Apéndice de la costumbre diabólica, muy necesario de ser observado, para comprender las diversas intervenciones de Satanás, es su perpetuo mentir y mostrarse siempre distinto de lo que realmente es. Em- pezó á mentir con Adán, y miente hoy con los hijos de Adán que tienen trato con él. El Apóstol San Pablo, afirma que Satanás se transfigura en luz, en ángel con todas las apariencias de venir del cielo enviado de Dios, lleno de gozo y de gloria. En efecto, á me- nudo en su trato con los hombres, pó0r medio del espiritismo, se anuncia dulcemente como alma santa del paraiso, espíritu ya ce- lestial, ó se manifiesta afligidamente como tal alma del purgatorio, ó un muerto cualquiera. Esta táctica era ya muy usada en la anti- gúedad cristiana,como lo observa Tertuliano, San Juan Crisóstomo y Santo Tomás. Y el Ritual romano advierte al exorcista que no se deje engañar por tales fingimientos diabólicos dando crédito á lo que el maligno espíritu diga ó haga decir. Téngase, pues, bien presente una vez por todas que los espiritus que hablan y aparecen en las reuniones espiritistas llamados San Agustín, Carlomagno, Napoleón, etc., no son en manera alguna verdad, ni siquiera una novedad de nuestros tiempos, sino una dia- blería vieja y trasnochada. Y es muy digno de observarse, que el demonio usaba de este engaño, al decir de Tertuliano, para negar el dogma del infierno; ni más ni menos que como lo hace hoy en las sinagogas del espiritismo, donde Satanás niega tenazmente el eterno castigo de los demonios, y enseñados de tan mentiroso maestro, los espiritistas lo dispensan también aún á los hombres más malvados. Finalmente, entre las tácticas y astucias diabólicas, se cuenta el procurar adaptarse á las circunstancias de los hombres, de los lugares y de los tiempos. Allí donde el culto diabólico es admitido ya sin temor, como en algunas logias, presenta al espectador las obras preternaturales como actos de oculta divinidad; y donde el público no miraría con buenos ojos un franco comercio con el de- monio, se cubren los prestigios con misteriosos velos en apariencia natural. Entre los mesmeristas del siglo XVII y los magnetistas que le siguieron, todos ligeros y muy ávidos de novedades, se encubría lo diabólico con eso de los fluidos y los fenómenos maravillosos. Entre los espiritistas encaminados ya á los trat: 3 transcenden- | | t pl : E ¿ IS 8
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