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> E E Xx Apéndice van dirigidos á satisfacer una frívola curiosidad, un vano consue- lo ó una momentánea ó pertinaz pasión». Por lo tanto, los santos ángeles del cielo y las almas del purgatorio, tan rendidas á la san- tisima voluntad de Dios, nunca se prestarán á los juegos de la ma- gia en ninguna forma que sea. 2.” La santidad de Dios no podrá permitir á los ángeles del cielo ni á las almas del purgatorio, pues todas se hallan en estado de su gracia y amistad, que concurran á prestigios que tanto por los actos inmorales á que dan margen, co- mo por las escandalosas doctrinas que los defensores de la magia moderna enseñan, se dirigen directamente á destruir la obra de la divina redención. En cuanto á los actos inmorales á que dan margen los fenóme- nos de la magia moderna, téngase en cuenta que la Iglesia ha de- elarado ilícito el uso del Mesmerismo, por la inmoralidad grande que lleva consigo, lo cual puede conocerse por Documentos de la Sagrada Congregación del año 1856. Quien desee enterarse más ampliamente de los actos viles é in- decentes, de la inmoralidad y pecados relacionados con la prác- tica del Espiritismo, consulte las obras siguientes: «Los Espiritus de las tinieblas», del P. Franco, caps. XXXV, XXXIX, LVO, LXI, LXXVI]I, etc. «Le Spiritisme» par le Dr. Pr. Davis 111 p. «les mediums, leurs fraudes, leurs victimes», No sólo las prácticas, también las doctrinas de los defensores de la magia moderna, son verdaderamente escandalosas y contra- rias al sagrado Evangelio del que es Verdad infalible, Cristo, y á los dogmas de su santa Iglesia. Toda la segunda parte de la notabilísima obra del Dr. D. Juan José Benito, titulada: «La magia disfrazada ó sea el Espiritismo» (Ma Orio 1886) trata sólidamente de los «Errores principales del Espiritismo» en quince capitulos. Fijense los lectores en los títulos de los siguientes: Capítulo 1.— Trinidad espiritista. Se prueba que el espiritismo rechaza el misterio adorable de Dios, uno en esencia y trino en personas. (Pág. 227 y sigs.). Capítulo 11.—«La divinidad de Jesucristo ante el criterio espi- ritista». «Jesucristo, dice Allan Kardee, fué un grande hombre, pero Dios no». (Pág. 227).

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