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VIH Apéndice nal, considerada como causa general de todos los fenómenos que nos ocupan. 1.” porque se reduce á una hipótesis puramente gra- tuita, que consiste en extender y agrandar á su gusto y sin aducir fundamento alguno científico, las fuerzas del alma racional y de la imaginación. 2.” porque por grandes que se supongan las fuerzas latentes del alma y dela imaginación, jamás podrán explicarse racionalmente por ellas, siendo como son finitas, humanas y vita- les, la sensación sin órgano correspondiente, la suspensión y eleva.- ción de mesas en el aire, el conocimiento en el acto de hechos que se están realizando entonces mismo á centenares de leguas de dis- tancia, y otros prestigios arriba indicados. La última teoría, la de los espíritus, es la única que explica con claridad, los prestigios de la magia moderna. Y en efecto; sólo una substancia inteligente y suprasensible es capaz de producirlos to- dos; y así, la razón dicta pensar que si bien algunos de aquellos fenómenos no superan la virtud de las causas naturales, sin embar- go, por lo que respecta al hecho, todos ellos son producidos por un ser inteligente y suprasensible (1) que ocultamente los causa, apoderán - dose del organismo de la persona que se presta á esos manejos. Sin duda, que hasta los corifeos de la nueva magia se hallan convencidos de que ni hoy, ni mañana, ni nunca, pueden ser -ex- plicados los hechos de que se envanecen, por causas naturales. Por lo cual, y para no verse en el caso de claudicar ante la insufi- ciencia de otros sistemas, han apelado á los espíritus, considerán- dolos como los agentes de los prestigios. Hablando Allan Kardec de las preguntas que hacen los me- diums, y de las respuestas por conducto de las mesas parlantes, dice este patriarca del moderno espiritismo: «La precisión de las respuestas y su correlación con las preguntas, produjeron la admi- ración. El ser misterioso que respondía de este modo, preguntado por su naturaleza declaró que era un espíritu ó genio: dióse un nombre y suministró diversos indicios de su identidad.» Consta, por tanto, que no son, ni pueden llegar á ser las fuer- zas de la naturaleza, las que producen los fenómenos de la magia moderna, sino que proceden de los espíritus, pero ¿qué clase de es- piritus sean? lo verá el lector en el capítulo siguiente. (1) Consulte el lector el P. Mendivye. «Elementos de Cosmología». Pág. 36, (Véase su obra. Introducción, parag. 4.”),
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