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Apéndice ti huracanado que invaden la estancia, en tanto que fuera de ella el aire está sosegado y sin señal de perturbación. 4,7 Hechos contrarios á la óptica: luces, fosforescencias, lla- mas, centellas, sin aparatos que ayuden á producirlas. 5.2 Hechos contrarios á la fisiologia: enfriamiento y caldea- miento repentino de los miembros, sin que el ambiente participe de sus modificaciones; somnolencias forzosas y espontáneas, ca- talepsias cadavéricas, hinchazones deformes, rigideces marmóreas, y todo esto con rigidez, pasajeramente y sin causa proporcionada; funciones del cuerpo ó de los sentidos, suspendidas ó invertidas con singular extravagancia. 6. Hechos contrarios á la psicología natural: sonambulismo y éxtasis magnético con revelación de cosas lejanas y ocultas al so- námbulo, con uso de lenguas desconocidas al que las habla, con discursos sobre ciencias ignoradas de quien los hace. 7.2 Hechos contrarios á la metafísica: respuestas racionales dadas por vía de golpes en la tabla psicográfica, ó escritas por un lapicero asido al pie de un taburete. 8. Hechos contrarios al orden establecido entre los mortales: voces claras y distintas que se dicen salidas de espíritus y respon- den oportunamente á las preguntas; fantasmas que se muestran en figuras humanas, y hablan, escriben, obran, tocan, besan, se de- jan palpar, se ostentan vivos y apasionados, y delante del espec- tador se hunden de repente en el suelo, se disipan en humo, re- aparecen, etc., etc. Los espiritistas han formado el empeño de esparcir por todo el mundo la fama de las apariciones humanas. Si les hemos de dar crédito, déjanse ver fantasmas vestidos de varios trajes, que ha- blan con los presentes, que se dejan asir, y permiten se les tome el pulso, se les cuenten las palpitaciones del corazón, se les regis- tre todo el cuerpo, y aún se tomen fotografías de sus vagantes per - sonas. Los espíritus hablan en nombre de personas conocidas que ya fenecieron, remedando su estilo, su voz, su maneras, letra, ín- dole y condición individual, si ya no dicen que son las mismas personas. En otras ocasiones afectan ser personajes ilustres en la antiguedad, y preguntados, responden ser Platón, Aristóteles, Só- crates, Napoleón, San Pablo, San Agustín, y aún á veces Jesús de Nazaret, y rubrican los nombres que estampan con rasgos pere-

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