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Novela histórica 521 le había reprobado y no le hizo caso. Acudió á los sacerdotes y profetas del Señor que aún quedaban en Israel, todos reflejaron el desagrado de Dios con él. Ya Samuel habia muerto hacia poco. Saul preguntó si había quedado algún adivino. Le contestaron sus cortesanos que había en Endor una adivina, una pitonisa. Saul se desnudó su real vestido, se disfrazó de un cualquiera para no ser conocido como el terrible perseguidor de aquella gente de mal vi- vir, y acompañado de dos cortesanos fué á Endor y expuso su pre- tensión de hablar con el profeta Samuel para consultarle. ¿Hasta donde llegaría el espíritu de adivinación, que tan pronto como la maga oyó que se necesitaban sus servicios, tembló, y dijo: que si llegaba á oídos de Saul que había trabajado, estaba cierta de que la mataría? Nada temás,—le replicó él —y todavía ella no adivinaba que hablaba con el mismo Saul en persona. Sólo cuando se entre- gó al demonio para hacer aparecer á Samuel, supo por Dios ó por el diablo que era el mismo Saul quien tenía delante. Y tembló extremecida, y pidió perdón de la vida, quejándosele de que hu- biese venido á armarle un lazo insidioso. Ya $. $S. sabe lo que á Saul se le contestó, para lo cual, no era necesario que el fantasma aparecido fuese el mismo Samuel en verdad, aunque en caso tan extraordinario, bien pudo quererlo así el mismo Dios para castigo y reprobación sin género de duda de aquel miserable rey de Israel, que además se había ido á consultar al demonio por medios repro- bados el éxito de la guerra, en vez de humillarse porque no obte- nía contestación de Dios. ¡Ea, pues! Una sola probabilidad tenéis; basada en la omnipotencia de Dios, de poder hablar real y verda- deramente con vuestro padre. ¿Queréis tentar á Dios por un medio ya reprobado en sí mismo, sacando finalmente además una infali- ble reprobación, prescindiendo de que Dios haya permitido ó nó hablar con vuestro padre? —Pero ¿y cómo no sería mi propio papá, si se deja ver con igual figura? Yo bien lo conocería que era él, porque su misma presencia, rostro, voz... —No hay cosa más fácil á un fotógrafo que sacar la fotografía de lo que tiene delante. Lo difícil sería que sacase una fotografía exacta de una persona que está en el porvenir, por propias fuer- zas, á no ser que se apoye en lo predicho por los Profetas para lo sucesivo, y ver después cuando venga si es así. Pues vea, seño- A

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