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Novela histórica 491 para que hace su último esfuerzo de luz, suspiró: Pues, por Dios... por Dios... decid á ese hombre que si, que...—Y un llanto amargo Je impidió proseguir. Doña Brígida sintió caer de sus” hombros un peso enorme. Le echó los brazos al cuello, y quería consolarla diciéndole: --Lo verás, hija mía, lo verás. Esta tarde á las cinco vendré yo misma con él para que convengáis la fecha, y te convencerás de que merece un sacrificio y mil sacrificios. ¡Y qué dichosa eres! Gratis et amore, tendría yo en mi fonda esa insigne reliquia del Flos Sanctorum. Elisa no daba señal ninguna de recibir en todo aquello con- suelo.

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