BCCPAM000521-3-32000000000000

Novela histórica Dios quería eso de mi, y por eso le rogué accediese á mi petición. ¿Ella se obstina y no quiere? Pues bien; digale V., que si no cede, no tendrá ya parte en mi. Su final no, me probará que Dios quiere ya que me distraiga á otra parte con mi caridad, pues habrá al- guna otra alma más necesitada esperándome. —¡Jesús, Jesús! ¿y cómo queda la desgraciada? —¡0h! Como hubiera quedado terco Pedro. Pero esas conside- raciones son para ella. Yo me creeré llamado por Dios á otra parte. Toda la virtud y santidad de Saunier hubiera querido D.* Bri- gida para merecer de Dios un milagro que cambiase en sí el terco nó de aquella incomprensible mujer. Ella pediría al cielo con todo el fervor de su alma inspiración diviná para hablarla. No sabía ella cómo le había de proponer la firme resolución de aquel santo, que sólo por expresa revelación de Dios podía proceder así. ¡Je- sús, Jesús! Tentaciones tengo yo—se decia—de ir á mi Abate Pe- rigueux para que él con su sabiduría, virtud y elocuencia, vaya y la convenza. Yo no me atrevo, yo no puedo. Pierdo el pleito, se- guro, ¿y qué hago después? ¿Abandonarla? sería ya un cargo de conciencia; y sostenerla, yo no puedo. Contenta que las Confe- rencias me admitan á la niña interna en el colegio de las Her- manas. ' Angustiadísima en verdad estaba la pobre señora, y como en casos semejantes de penas é incertidumbres acudía siempre á su Abate Perigueux, tomó su cofia y allí se fué. Llorando cual si se tratara de una bija mal aconsejada á quien no pudiese con propias fuerzas reducir al buen camino, expuso muy afligida la historia desde un principio, y rogaba encarecida- mente al Abate fuese él mismo á casa de la enferma, y con toda su habilidad le hiciese comprender lo que le convenía, hasta con- vencerla. Ella era una tonta, no se atrevía á intentar un triunfo porque sabía que había de fracasar, y después tendría remordi- mientos de conciencia si tal vez por no ser ella mejor ó más exper- ta no la había podido convencer. —Vea, D.* Brígida, —le contestó su cura párroco —yo estoy dispuesto á dar ese paso y hacer todo lo que en mis cortas luces se me alcance para el bien de esa enferma. Iré hoy por la tarde. Pero creo será mejor que V. misma primero le exponga á ella ¡€ A ETT

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz